"Avaricia es vivir en la pobreza,
por medio a la pobreza."
S.Bernardo.
Me creerán loco, muy loco. Pero
no como aquellos dementes que cuentas sus horribles historias de encuentros con
ovnis, extraterrestres, fantasma, duendes, demonios o seres intergalácticos
que lamentablemente nunca lograremos disipar. Esto es real, real como el cielo,
el agua, las estrellas, los espíritus, o al menos es "casi
real".
No creo que alguien llegue a leer esto
alguna vez, ya que los ruidos del exterior son cada vez mas fuertes y
desgarradores, se insertan en lo profundo de cada uno aniquilando cualquier
sentimiento bello o recuerdo feliz que tengamos.
Ya vienen por mí.
Mis ojos se encuentran casi ciegos y mis
manos frías, ya ni las siento. Solo me queda el pensamiento univoco que
tomando en cuenta el sentido de la cosas, no les será fácil arrebatarlo.
Aun escucho esos horribles ruidos de
afuera, la luz de la luna los mantiene alertas y sedientos y yo encerrado en
este manicomio infernal, cautivo de toda imaginación andaluz que recorre
mis sentidos.
Junto a mi solo queda este horrendo
cuarto abandonado, compuesto con una pequeña lámpara, una oxidada mesa y una
maldita maquina de escribir que me distrae de los problemas actuales. Si bien
el lugar es inmenso, no logro aun tomar valor y explorar
las demás habitaciones, vaya uno a saber que
secretos esconderán en su interior.
Ustedes se preguntaran, como es que
llegue hasta aquí o que es lo que realmente esta sucediendo.
Mi historia comenzó aquella fría noche
de otoño cuando por fin la alarma final se escucho, gracias a mis datos y
proyecciones yo sabia con exactitud que día iba a suceder toda esta
desgracia, pero como toda sociedad negra y sin pensamiento, fui tratado de loco
o como algunos me llamaron "demente", pero cuando esa horrible
alarma comenzó a sonar, debieron ver sus caras de espanto y
dolor, angustia y desesperación, corriendo de un lugar al otro sin
rumbo alguno, observando como las entrañas de sus seres queridas adornaban las
calles con un color rojizo profundo y como los cielos se tornaron negros
dejando finalmente un mundo entero en las penumbras de la
oscuridad. El ruido cada vez es más fuerte.
Y fue en ese momento
que riéndome de toda ese festín morboso, junto con mi
familia tome mis pertenencias y huimos a través de
la carretera, sin embargo, al intentar cruzar el estado, tome la
iniciativa de librarme de ellos de una buena vez. Tome alguna de mis
brillantes herramientas y acabe con el sufrimiento de mi familia, sin pena ni
misericordia. Sus tesoros eran ahora míos.
Mientras observaba las hermosas
estrellas, los cuerpos fríos y duros me transmitían la paz
interna, pero solo por momentos. Estaba
convencido de que no fueron ellos quienes me obligaron a matar a
mi familia, fueron caprichos míos o al menos eso intentaba plasmar
en mi cabeza.
Al terminar de juntar los restos, los
acomode lentamente en el auto y los abandone al asecho de los cuervos
que hambrientos observan sus futuros banquetes
y emprendí la caminata hasta llegar al lugar en donde hoy estoy y seguramente
ahora mas que nunca me creerán un desquiciado, un demente,
un mal viviente y quizás estén en lo cierto, pero nunca comprenderían el estado por
el cual actualmente me encuentro.
Silencio acogedor. Los ruidos
desaparecieron, era el momento.
Salí rápidamente rumbo hacia
afuera, pero al intentar abrir la puerta me tope con uno de ellos,
las manos me tiemblan cuando intento hablar de esto y para su mala suerte no
puedo ni debo describirlo, pero les juro que mi alma se paralizo y mi latidos
se inmovilizaron, mi mente quedo en blanco y el condenado ruido me penetro
hasta las entrañas.
Volví rápidamente al interior
para quedarme sentando en las esquinas, intentando derramar una lágrima o
alguna risa.
La situación era desesperante,
alarmante, la luz de la luna atravesaba el umbral tan sencilla y
dulcemente, que en cierto modo me inspiraba un tipo de felicidad, pero
como ser feliz ante tal situación, sabiendo que en el exterior todo esta
destruido y la esperanza puesta en el único hombre cuyo único logro
personal fue asesinar a su familia.
Ahora es el tiempo de
sentir la verdad, de expresar los sentimientos, fijarse al espejo oscuro y
siniestro, buscando de alguna forma encontrar la verdad, la solución, la
claridad, pero el maldito ruido se seguí insertando en mis oídos, corrompiendo
cualquier sentimiento humano que mi alma y mi corazón podían generar, mi fe
estaba cegada y mis venas transportaban sangre congelada que en cualquier
momento de la noche me terminaría consumiendo.
A pesar de todas las
calamidades que nombre anteriormente, algo en mi surgió esa noche, las manos ya
no me temblaban y en mi interior ahora reinaba la valentía y el coraje, ni yo
ni nadie supo en ese momento de donde provenían dichas fuerzas, pero habían
llegado en el momento precioso, armado de sentimientos tome mi farol y me
aventure a explorar los restantes cuartos, que algún momento creía
inaccesibles.
La primera habitación
era pequeña, cubiertas con cortinas y muchas telarañas, una alfombra roja y
polvorienta y justo al final de ella, un pequeño cofre de madera que a
diferencia del resto de las cosas estaba perfectamente conservado y reluciente.
Me acerque hasta el y
note que un candado imposibilitaba su apertura, trate de golpear la madera con
el cual el cofre había sido construido, pero fue en vano, estaba firmemente
construido. Tome un pequeño respiro profundo y me aventure hacia el otro cuarto
contiguo.
El ruido volvió y con
mucha mas fuerza, mis manos estaban mucho mas frías y adoloridas, un fuerte
dolor de cabeza comenzó apoderarse de mi, pero aun así continué mi camino. Al
llegar, mientras habría la puerta lentamente, pude notar que una pequeño rayo
de luz se asomaba por ella, desesperado y ansioso entre rápidamente para ver si
alguien se encontraba dentro, pero toda esa curiosidad y deseo se desvaneció al
ver que solo había un farol y, extrañamente, una carta.
En ella, una hermosa
y pequeña letra rellenaba su contenido, parecía ser la letra de una mujer, una
mujer joven incluso.
A lo largo de sus
líneas, narraba una historia oscura y siniestra, similar a la que le estoy
relatando, a medida que iba leyendo sentía como el ruido aumentaba más y mas, y
mis manos heladas temblaban al leer cada letra de esa infame carta.
Casi llegando al
final, note que la ultima hoja estaba arrancada, es decir que la carta estaba
inconclusa, pero eso no era nada, nuevamente oí un golpe en la ultima
habitación. Solté la carta y corrí como un loco para llegar rápido hasta allí,
sin embargo esta vez no tuve contención ni miedo o coraje y valentía, en mi
interior fluía la curiosidad y en mis venas la búsqueda de la verdad. Llegue al
bendito cuarto, abrí la puerta sin escrúpulos para luego presenciar lo peor. El
cadáver de una niña yacía sobre una infinidad de huesos blancos y polvorientos,
el olor putrefacto y las moscas que rodeaban el cuerpo, fueron suficientes para
entonar una sinfonía de vómitos que surgieron de mi interior.
Cuando me recompuse,
note que una pequeña llave colgaba de su cuello, me acerque lentamente y
aguantando mi respiración tome dicha llave y al rozar mis dedos con su
material, sentí una elevación en forma de letras escritas. Si bien estaba muy
pequeño, pude leer la frase "Bene uteris".
No tenia la mas
remota idea del significado de aquellas palabras, pero en mi cabeza no flotaba
otro pensamiento mas que el de revelar el interior del cofre ya antes mencionado.
Me apresure sin
pensar en nada mas hacia la anterior habitación, tome fuerte la llave, abrí el
maldito cofre y lo peor había llegado, el cofre vació e insignificante que con
su apertura había ocasionado que todo el molesto ruido despareciera y solo
quedara un vació mortal pero placentero, hasta que instantáneamente sentí
detrás de mis orejas unos respiros escalofriantes y siniestros, lentos y
repetitivos.
Mis manos comenzaron
a temblar como nunca, el corazón bombeo la sangre de una manera sin igual, y el
ruido que por segundo se había apaciguado, ahora se encontraba mas vivo y
presente que nunca, rondando por todo el lugar y clavándose directo en mi alma.
Deje caer el farol al piso y con su luz alumbro el interior del cofre que, a mi
desgracia, si contenía algo y era nada mas que un pedazo de hoja arrancado. Mi
suerte se había tornado de mala a peor y mis esperanzas ya estaban opacadas,
finalmente aquellas bestias que acariciaban mi espalda, se arrebataron contra
mi, y despedazaron mi cuerpo de tal manera que no vale la pena relatar, la luz
de la luna ilumino mis instantes finales y finalmente mi alma ascendió y
abandono aquel horrible lugar, pero lo peor esta por venir, mi familia me
espera en el final de mi camino y les aseguro de buena fe, que esto no ha sido
escrito…