Utopía

Nada mas y nada menos, aquí estoy, solo como quizás Dios me trajo a este mundo. Pero no pertenezco aquí, mi vida se encuentra en un universo paralelo. Acompáñame en esta
Loca aventura...
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"Abandono Lunar" (Cuento Propio)

Las manos del joven Arnaldo no lograban quedarse quietas, su boca seca se aliviaba con escasos lengüetazos que el mismo se daba.
La luz del sol brillaba como el oro y el calor agobiante reinaba tranquilamente en la zona.
Caminando suavemente llego hasta el inicio de aquel pequeño desierto para descubrir que unos pájaros estaban posados sobre la arena, se acerco a ellos lentamente y boom, un estallido repentino hizo que todos huyeran volando, dejando al descubierto un cartel cuyo mensaje decía “Propiedad privada”.
Arnaldo aprecio el cartel y como nunca nadie le enseño a leer, simplemente continuo caminando por aquel sendero que ni Dios sabia en aquel momento hacia donde lo llevaría.
Sus manos parecían un abanico de tentaciones, su boca seca gritaba por un alivio rápido y su corazón latía como el motor de una locomotora fugaz.
La vida desolada por la cual estaba transitando, no tenía ninguna comparación con el vasto mundo en el cual se encontraba ahora. Nunca supo nada de su pasado, ni tampoco lo sabrá de su futuro, pero el presente, su presente, era lo único que le importaba ahora.
Siguió caminando entre la arena, mientras la suave brisa de la mañana le acariciaba su joven piel. Aquella arena, media tierra y media sal, se veía tan hermosa a la luz del sol que le daban a Arnaldo una sensación de paz y armonía, que tan sutilmente se reflejaba en sus brillantes ojos.
Poco a poco la luz del día comenzó a apaciguarse y la oscura noche se hizo presente.
La inocencia del niño fluía como una cascada feroz y el miedo de su incertidumbre lo transportaba a un estado de pánico y soledad, cuyo único alivio se dio cuando Arnaldo se recostó a ver el cielo.
La noche fría y despiadada también generaba malestar en su interior, pero las estrellas llena de luz y misterio lo dejaban en un estado de reposo total, como si todo alrededor nunca hubiera existido.
Arnaldo no creía ver lo inmenso y vasto que podía ser el cielo, o el universo si alguna vez lo hubiera sabido.
La luna blanca y redonda reflejaba su alma de manera cautelosa, creando así un enorme espejo de dos caras, cuyo contenido le era difícil desvelar.
Mientras Arnaldo cruzaba sus dedos pensaba en la vida que podía haber llegado a tener, pero no por los lujos y las cosas materiales, sino por verdaderos momentos felices, como los abrazos de una madre, los consejos de un padre y miles de otras cosas mas que suavemente y con un profundo sentimiento de dolor produjeron unas pequeñas y cristalinas gotas de lagrimas que rápidamente poblaron sus pequeñas mejillas.
Entre la noche, el frío y la tristeza, Arnaldo cerró sus ojos y durmió hasta el amanecer.
El ruido de unos enormes pájaros negros fue suficientemente fuerte para concluir el sueño de Arnaldo, quien se sorprendió a ver la luz del día nuevamente.
Se levanto de su aposento y estirando un poco los brazos continúo con su trayecto, sin rumbo alguno.
Mientras caminada, Arnaldo noto que sus pies le dolían mucho. Parecía que algunas ampollas se habían abierto de tanto caminar, como así también algunos callos y rasguños.
Sumado a todo esto, una dura tos había corrompido en su interior y que, según parecía, lo acompañaría a todos lados. No tenia idea de que de día u hora era en aquel momento, ni de cuanta distancia había recorrido hasta entonces.
A pesar de ser tan solo un pequeño niño, en su interior yacía una enorme fuerza de voluntad que era mucho más fuerte que todas las circunstancias por las cuales estaba transitando.
Camino y camino aun mas, hasta que de su estomago se pudo escuchar una sinfonía completa.
El haber estado tanto tiempo sin poder comer algo era inhumano y al tener pocas defensas, dejo caer su cuerpo sobre la arena, tratando de mantener su vista fija, pero que, sin duda, en cuestión de minutos habría desaparecido.
Arnaldo creyó que su final estaba cerca, sentía la arena caliente, como el interior de un volcán en erupción. Inclino su cabeza y pudo ver lo que seria toda su felicidad reflejada en un solo lugar.
Justo en el medio de la nada, un enorme y hermoso árbol frutal exhibía sus grandes ramas cual alas de paloma. Una copa verde cubiertas de miles de hojas bien formadas, cuya oferta mas importante eran una rojas y perfectas manzanas dulces. Se levanto y camino hasta aquel lugar. La fuerza aun estaba viva.
Cuando ya se encontraba frente al vasto y rugoso tronco, la sonrisa de Arnaldo brillo a la luz del sol y su aliento empezó a volver poco a poco.
Estiro su mano lentamente y tomo una de las manzanas que apenas le cabía en las manos.
Su aroma ingreso directo por su nariz y lo transporto a otro lugar. Tenia hambre, vaya que si, tomo fuertemente aquella fruta y se la introdujo directo en la boca.
La cara de Arnaldo parecía endemoniada, mas bien, era una perfecta muestra de la felicidad en vida. El sabor de aquella manzana era el manjar más dulce y sabroso que alguna vez podría haber llegado a comer. El jugo caí por sus labios y las cáscaras se morían en el crujir de sus blancos dientes.
La mirada de aquel pequeño era lo único sincero de aquel escenario.
Sus manos ahora estaban mas tranquilas, sucias, pero tranquilas. Ya nada le generaba dolor ni angustia, su mundo ahora era distinto y su alma estaba purificada.
Continuo comiendo hasta que su cuerpo dijo basta. En la arena podían verse el resto no comestible de las manzanas.
El árbol ahora estaba vacío, sin frutas. Solo sus ramas se alzaban a los rayos del sol.
De repente, el cielo se volvió oscuro y melancólico, las estrellas se habían formado de tal manera que simulaban una bella sonrisa. El desierto de arena ahora era un gigantesco océano que albergaba las penas mas duras de la vida. El árbol, que alguna vez estuvo lleno de sabiduría, ahora estaba seco, posando encima de un montículo de tierra similar al de una isla. Sus ramas negras se caían con el viento y sus hojas marchitas se hundían en el mar.
A lo lejos, casi al final del horizonte, se podían apreciar miles de veleros que se aproximaban al lugar, mientras que unos rayos anunciaban la llegada de una furiosa tormenta.
A pesar de todo, de todo lo acontecido, Arnaldo se veía tranquilo y sereno, en su mano aun quedada la mitad de una manzana y parado sobre el pequeño espacio insular que tenia, se recostó a mirar las estrellas.
Sus pies tocaban ligeramente el agua y algunas hojas que caían rozaban suavemente sus salvajes mejillas.
Ya no había tiempo para estar mal o para derramar lágrimas. Lo único que importaba era disfrutar el momento, el único momento feliz que alguna vez tendrá.
Arnaldo cerró los ojos y durmió a la luz de la luna. El resto de la manzana permaneció en sus manos y el ya muerto árbol cayó al fondo del mar.


"Farsantes" (Poema Propio)

No me tilden de un corrupto
No son quien para juzgarme
Siempre solo en lo profundo
Implicado en el desastre

Una gran farsa incorrecta
Una fiel marginación
En lo oscuro, una carreta
Una eterna maldición

Rosas rojas con espinas
Tallos largos de dolor
Un estanque de cenizas
Sinfonías de emoción.

"Paranoia de avaricia" (Cuento Propio)

"Avaricia es vivir en la pobreza,
por medio a la pobreza."

S.Bernardo.

Me creerán loco, muy loco. Pero no como aquellos dementes que cuentas sus horribles historias de encuentros con ovnis, extraterrestres, fantasma, duendes, demonios o seres intergalácticos que lamentablemente nunca lograremos disipar. Esto es real, real como el cielo, el agua, las estrellas, los espíritus, o al menos es "casi real".
No creo que alguien llegue a leer esto alguna vez, ya que los ruidos del exterior son cada vez mas fuertes y desgarradores, se insertan en lo profundo de cada uno aniquilando cualquier sentimiento bello o recuerdo feliz que tengamos.
Ya vienen por mí.
Mis ojos se encuentran casi ciegos y mis manos frías, ya ni las siento. Solo me queda el pensamiento univoco que tomando en cuenta el sentido de la cosas, no les será fácil arrebatarlo.
Aun escucho esos horribles ruidos de afuera, la luz de la luna los mantiene alertas y sedientos y yo encerrado en este manicomio infernal, cautivo de toda imaginación andaluz que recorre mis sentidos.
Junto a mi solo queda este horrendo cuarto abandonado, compuesto con una pequeña lámpara, una oxidada mesa y una maldita maquina de escribir que me distrae de los problemas actuales. Si bien el lugar es inmenso, no logro aun tomar valor y explorar las demás habitaciones, vaya uno a saber que secretos esconderán en su interior. 
Ustedes se preguntaran, como es que llegue hasta aquí o que es lo que realmente esta sucediendo.
Mi historia comenzó aquella fría noche de otoño cuando por fin la alarma final se escucho, gracias a mis datos y proyecciones yo sabia con exactitud que día iba a suceder toda esta desgracia, pero como toda sociedad negra y sin pensamiento, fui tratado de loco o como algunos me llamaron "demente", pero cuando esa horrible alarma comenzó a sonar, debieron ver sus caras de espanto y dolor, angustia y desesperación, corriendo de un lugar al otro sin rumbo alguno, observando como las entrañas de sus seres queridas adornaban las calles con un color rojizo profundo y como los cielos se tornaron negros dejando finalmente un mundo entero en las penumbras de la oscuridad. El ruido cada vez es más fuerte.
Y fue en ese momento que riéndome de toda ese festín morboso, junto con mi familia tome mis pertenencias y huimos a través de la carretera, sin embargo, al intentar cruzar el estado, tome la iniciativa de librarme de ellos de una buena vez. Tome alguna de mis brillantes herramientas y acabe con el sufrimiento de mi familia, sin pena ni misericordia. Sus tesoros eran ahora míos.
Mientras observaba las hermosas estrellas, los cuerpos fríos y duros me transmitían la paz interna, pero solo por momentos. Estaba convencido de que no fueron ellos quienes me obligaron a matar a mi familia, fueron caprichos míos o al menos eso intentaba plasmar en mi cabeza.
Al terminar de juntar los restos, los acomode lentamente en el auto y los abandone al asecho de los cuervos que hambrientos observan sus futuros banquetes y emprendí la caminata hasta llegar al lugar en donde hoy estoy y seguramente ahora mas que nunca me creerán un desquiciado, un demente, un mal viviente y quizás estén en lo cierto, pero nunca comprenderían el estado por el cual actualmente me encuentro.
Silencio acogedor. Los ruidos desaparecieron, era el momento. 
Salí rápidamente rumbo hacia afuera, pero al intentar abrir la puerta me tope con uno de ellos, las manos me tiemblan cuando intento hablar de esto y para su mala suerte no puedo ni debo describirlo, pero les juro que mi alma se paralizo y mi latidos se inmovilizaron, mi mente quedo en blanco y el condenado ruido me penetro hasta las entrañas.
Volví rápidamente al interior para quedarme sentando en las esquinas, intentando derramar una lágrima o alguna risa.
La situación era desesperante, alarmante, la luz de la luna atravesaba el umbral tan sencilla y dulcemente, que en cierto modo me inspiraba un tipo de felicidad, pero como ser feliz ante tal situación, sabiendo que en el exterior todo esta destruido y la esperanza puesta en el único hombre cuyo único logro personal fue asesinar a su familia.
Ahora es el tiempo de sentir la verdad, de expresar los sentimientos, fijarse al espejo oscuro y siniestro, buscando de alguna forma encontrar la verdad, la solución, la claridad, pero el maldito ruido se seguí insertando en mis oídos, corrompiendo cualquier sentimiento humano que mi alma y mi corazón podían generar, mi fe estaba cegada y mis venas transportaban sangre congelada que en cualquier momento de la noche me terminaría consumiendo.
A pesar de todas las calamidades que nombre anteriormente, algo en mi surgió esa noche, las manos ya no me temblaban y en mi interior ahora reinaba la valentía y el coraje, ni yo ni nadie supo en ese momento de donde provenían dichas fuerzas, pero habían llegado en el momento precioso, armado de sentimientos tome mi farol y me aventure a explorar los restantes cuartos, que algún momento creía inaccesibles.
La primera habitación era pequeña, cubiertas con cortinas y muchas telarañas, una alfombra roja y polvorienta y justo al final de ella, un pequeño cofre de madera que a diferencia del resto de las cosas estaba perfectamente conservado y reluciente.
Me acerque hasta el y note que un candado imposibilitaba su apertura, trate de golpear la madera con el cual el cofre había sido construido, pero fue en vano, estaba firmemente construido. Tome un pequeño respiro profundo y me aventure hacia el otro cuarto contiguo.
El ruido volvió y con mucha mas fuerza, mis manos estaban mucho mas frías y adoloridas, un fuerte dolor de cabeza comenzó apoderarse de mi, pero aun así continué mi camino. Al llegar, mientras habría la puerta lentamente, pude notar que una pequeño rayo de luz se asomaba por ella, desesperado y ansioso entre rápidamente para ver si alguien se encontraba dentro, pero toda esa curiosidad y deseo se desvaneció al ver que solo había un farol y, extrañamente, una carta.
En ella, una hermosa y pequeña letra rellenaba su contenido, parecía ser la letra de una mujer, una mujer joven incluso.
A lo largo de sus líneas, narraba una historia oscura y siniestra, similar a la que le estoy relatando, a medida que iba leyendo sentía como el ruido aumentaba más y mas, y mis manos heladas temblaban al leer cada letra de esa infame carta.
Casi llegando al final, note que la ultima hoja estaba arrancada, es decir que la carta estaba inconclusa, pero eso no era nada, nuevamente oí un golpe en la ultima habitación. Solté la carta y corrí como un loco para llegar rápido hasta allí, sin embargo esta vez no tuve contención ni miedo o coraje y valentía, en mi interior fluía la curiosidad y en mis venas la búsqueda de la verdad. Llegue al bendito cuarto, abrí la puerta sin escrúpulos para luego presenciar lo peor. El cadáver de una niña yacía sobre una infinidad de huesos blancos y polvorientos, el olor putrefacto y las moscas que rodeaban el cuerpo, fueron suficientes para entonar una sinfonía de vómitos que surgieron de mi interior.
Cuando me recompuse, note que una pequeña llave colgaba de su cuello, me acerque lentamente y aguantando mi respiración tome dicha llave y al rozar mis dedos con su material, sentí una elevación en forma de letras escritas. Si bien estaba muy pequeño, pude leer la frase "Bene uteris".
No tenia la mas remota idea del significado de aquellas palabras, pero en mi cabeza no flotaba otro pensamiento mas que el de revelar el interior del cofre ya antes mencionado.
Me apresure sin pensar en nada mas hacia la anterior habitación, tome fuerte la llave, abrí el maldito cofre y lo peor había llegado, el cofre vació e insignificante que con su apertura había ocasionado que todo el molesto ruido despareciera y solo quedara un vació mortal pero placentero, hasta que instantáneamente sentí detrás de mis orejas unos respiros escalofriantes y siniestros, lentos y repetitivos.
Mis manos comenzaron a temblar como nunca, el corazón bombeo la sangre de una manera sin igual, y el ruido que por segundo se había apaciguado, ahora se encontraba mas vivo y presente que nunca, rondando por todo el lugar y clavándose directo en mi alma. Deje caer el farol al piso y con su luz alumbro el interior del cofre que, a mi desgracia, si contenía algo y era nada mas que un pedazo de hoja arrancado. Mi suerte se había tornado de mala a peor y mis esperanzas ya estaban opacadas, finalmente aquellas bestias que acariciaban mi espalda, se arrebataron contra mi, y despedazaron mi cuerpo de tal manera que no vale la pena relatar, la luz de la luna ilumino mis instantes finales y finalmente mi alma ascendió y abandono aquel horrible lugar, pero lo peor esta por venir, mi familia me espera en el final de mi camino y les aseguro de buena fe, que esto no ha sido escrito…

"Sueños en reunión" (Cuento Propio)

Debido al sofocante calor que hacia ese día y las horrendas visitas que estaban cenando en el comedor, los más jóvenes decidimos irnos al inmenso patio para respirar un poco de aire y observar las estrellas que tan linda cubrían la noche.
Luego de pasar por historias pasadas, cuentos de terror, algunos chistes y comentarios ajenos, decidimos comenzar a contar sueños que habíamos tenido a lo largo de nuestra vida y que de alguna u otra manera nos habían marcado.
Joaquín empezó a contar su sueño, uno de cuando tenia 12 años de edad y que tuvo lugar en una cabaña de verano que había alquilado con su familia, el suponía que debido al cambio de ambiente y los nuevos aires sufrió esos sueños tan perturbadores, mas que sueños eran pesadillas.
En su sueño, Joaquín se encontraba solo en una oscura y polvorienta cabaña, con muebles destruidos y ratas que corrían de un lugar al otro. Entre tanto espanto, el pequeño niño pudo divisar una luz a través de una ventana que provenía desde afuera.
Al salir noto como toda su familia comenzaba a caminar directo hacia el mar, ingresando lentamente al agua hasta que estuvieron tapados completamente y sin poder respirar.
A sus costados se encontraban dos hombres altos, muy altos a los cuales Joaquín no pudo verle los rostros, pero que en un mínimo instante esos dos hombres se encontraban detrás de el, esperando que se encamine hasta el fondo el mar.
Todos quedamos inmóviles y sin hablar, era realmente muy extraño. Al instante que Joaquín finalizo su relato, seguía el turno de Ernesto, se cruzo de brazos y comenzó a relatar.
Sucedió cuanto era joven, aproximadamente unos 16 o 17 años, se encontraba en su casa boca arriba en la cama y escuchando un poco de música clásica hasta que se quedo dormido (Es decir, se quedo dormido en su propio sueño). Acto seguido se encontraba tocando el piano frente a millones de personas, todas alegres y aplaudiendo, como si el se encontraba brindando un show alucinante y de otro mundo, pero para su mala suerte, las personas comenzaron a cambiar el aspecto de su rostro, estaban tristes y serios parados y sin moverse. Ernesto a ver que todos estaban en la misma situación, comenzó a esmerarse y a tocar con muchas mas rapidez y perfección, pero fue tanto el sacrificio y el esfuerzo que sus manos comenzaron a sangrar de manera horrorosa y de sus pies brotaron raíces que se fueron impregnando al suelo hasta que el punto de sentir una claustrofobia interna que luego culmino cuando por fin se levanto de ambos sueños, enteramente sudando y asustado.
El silencio se hizo presente nuevamente, hasta el momento en que Pablo comenzó con su relato, en el cual se encontraba sobre una balsa, en medio de un turbulento y desastroso mar, cubiertos de peces muertos y olas negras que se movían de un lugar a otro sin parar, en sus manos tenia una carta de la quien en el sueño seria su prometida, la carta, en su interior, relataba la trágica despedida de ella hacia el y como si la ultima palabra de esa línea estuviese endemoniada, al momento que termino de leerla, el cielo se torno negro y tormentoso con vientos tan fuertes que ocasionaban que la balsa se moviera de un lugar al otro sin control alguno hasta el punto en que Pablo cayo de lleno al agua y debido a un golpe con el extremo de la balsa, quedo completamente inconsciente. Cuando finalmente recobro el conocimiento, el horror se apodero de el, delante de sus ojos estaba su prometida, dura y blanca flotando junto a el en el mar. Luego de ese tenebroso desenlace, Pablo se levanto casi sin aire y con ganas de no dormir jamás.
Era el turno de Carla, la súper y sensual vecina de Pablo. En su sueño ella contaba la horrible y dolorosa situación que tuvo que vivir.
Se encontraba sola en una ciudad desierta, desnuda y sin ningún rastro de vida humana, mientras caminaba entre los suburbios, pudo notar que un grupo de hombres la estaba persiguiendo, al darse cuenta de lo que estaba sucediendo, decidió caminar mas rápido, hasta el punto máximo de comenzar a correr. Pero los hombres eran demasiado veloces como para dejarla escapar y en un mínimo instante de tiempo, ya se encontraban detrás de ella, como si se hubieran convertido en su sombra. Carla volvió a la realidad y no pudo seguir relatando el final del sueño, debido a que comenzó a sentirse mal por el contenido del mismo.
Mientras algunos chicos la tranquilizaban, Clara, que hasta el momento había escuchado muy atentamente los sueños de los demás, se levanto de su asiento y se alejo hacia el interior de la casa, llorando y gritando sin parar, cuando me acerque hasta ella para calmarla y preguntarle que le estaba sucediendo, se lanzo sobre mis brazos y con una pequeña y angustiada voz me dijo
-En mi sueño, todos nosotros moríamos- Mientras se aferraba más a mi cuerpo.
-Bueno pero no tenes por que llorar, es tan solo un sueño, como los que estuvimos contando hace un instante.- Le conteste consolándola.
-Pero ese no es el problema- Me susurro al oído.
-¿Y cual es?- Le pregunte.
-Que este, es mi sueño-

"La corazonada" (Poema Propio)

La ventana me transporta a un mundo externo
Donde no existe la cordura ni el dolor
Repleto de criaturas que provienen del infierno
Que aguardan ansiosas mi rojo sudor

No siento los mares, ni el viento, ni el frío
Tal vez este muerto, flotando en el sol
Mientras que los árboles se caen al río
Los cielos se mueven con gran descontrol

Ahora mis dedos están enterrados
Cubiertos de arena y con mucho ardor
Trompetas gigantes, cantan al cielo
Anuncian contentas mi crucifixión

Me encuentro en lo alto de esta montaña
Puedo sentir los fantasmas detrás
Me cuenta sus feos y oscuros secretos
Mientras sus manos acarician mi edad

Ahora lo comprendo, estoy en el infierno
Esperando mí turno, con desolación
Una corazonada me dice lo mismo
Me alegra el momento un poco mejor.

"Acción" (Poema Propio)

Extiende tu mano y mira alrededor
Espera tu turno, no existe el temor
Tú tienes todavía ese gran dolor
Que inunda tu alma cada vez peor

A veces sonrío pensando en tu amor
No entiendo que hice, me sofoco el sudor
Por eso te pido un simple favor
Que sientas lo mismo que aun siento yo

No se que intentaste cuando me mataste
Pero tú sabes que ya me acabaste
Yo se que siempre estuve ausente
Por que en llevarme, tanto tardaste

Estar unidos tu siempre soñaste
Soltaste mi mano y te me escapaste
Espero con ansias y muy paciente
Tenerte de nuevo frente a frente.

Para Yamila Dib, te amo.

"La función" (Poema Propio)

Los fríos ingratos sofocan el invierno
Las gotas pesadas empapan mi visión
La nieve cubierta y con este gran infierno
No siento mi cuerpo, ya no hay salvación

A pesar de las tantas mentiras del entierro
Aun sigo esperando su fabula actuación
Espero que pronto adquieras un desierto
Donde puedas plantar tu pequeña función.

El perverso acto me mantiene despierto
Mientras que el diablo implica  presión
Y no damos nada por sabido ni cierto
Hasta que finalmente se caiga el telón.

"Futuro" (Poema Propio)

El futuro es muy incierto
Y el pasado inoportuno
No se aun lo que yo siento
En mi gran sueño nocturno

La fachada de mi alma
Gran delirio de mi espada
Grandes guerras infectadas
Mundo nuevo, vida sana

Duras penas nos imploran
Malas vibras nos otorgan
Somos reyes sin coronas
Vientos fuertes nos sofocan

Las metas de mi camino
Marcaran mi gran destino
Ten mas fe en mi castigo
Quédate tu aquí conmigo

"Encerrados" (Cuento Propio)

“Todo aquel que tiene un porqué vivir, siempre encuentra un cómo."

Nietzsche

Apenas abrí los ojos sentí volver a la vida, tenía el cuerpo inmóvil y un fuerte dolor de cabeza. Estaba en una habitación oscura, sin ventanas ni ventilación, y parece que tenía puesto un fuerte chaleco que no me dejaba estirar ni mover los brazos.
Escuchaba pasos por detrás de los muros, pero nada más. Pasado dos horas de puro sufrimiento, la gran puerta se abrió, dos hombres vestidos de blanco, enormes y serios, me tomaron de ambos lados y me llevaron por todo el pasillo. Se escuchaban gritos que provenían de otros cuartos, lleno de humedad y polvorientos, no tenia idea de donde me estaban trasladando, pero seguro no era nada bueno.
Finalmente llegamos a una gran puerta marrón, en su interior se encontraba el despacho mas acorde que había visto hasta ese momento, estaba limpio, elegante y sobre el fondo del escritorio se encontraba un hombre calvo, delgado, vestido de traje y unas grandes gafas.
Me sentaron en una silla de madera en frente de el. Mientras seguía escribiendo sus papeles, el hombre comenzó a preguntarme si sabia por que estaba allí y por que planteaba mis teorías, mis locas teorías, trate de recordar un poco, pero los golpes ocasionados en mi cabeza no me permitían recordar nada de nada. Al ver que mi pequeña amnesia no satisfacía sus pedidos, los dos hombres grandes me golpearon y me arrastraron hasta mi habitación.
Tras unas largas horas de sueño, la campana del almuerzo comenzó a sonar, todos juntos fuimos caminando hacia el gran salón y recibíamos la comida espantosa que nos proporcionaban. No quedaban muchos lugares cuando retire mi plato, así que decidí sentarme junto a un grupo, al sentarme en la silla, uno de los hombres comenzó a hablarme acerca de cómo funcionaba el lugar.
-Hola, me llamo Oscar, ¿Cuál es tu nombre?
-No puedo recodarlo- Le comente.
-¿Sabes por que estamos aquí?-
-Realmente no.-
-Pues… por las teorías, es más que obvio- finalmente contesto.
La campana de la vuelta a las habitaciones dio por finalizada mi pequeña charla con Oscar. De algo estaba seguro, la respuesta a todo estaban en esas llamadas “teorías”.
En mi dura cama trataba de recordar algún capitulo de mi pasado, pero las luces oscuras y el dolor no me permitían recordar nada, en la penumbra habitación y sin nada mas que perder cerré los ojos y trate de dormir.
La mañana siguiente nos levantaron temprano y nos llevaron al gran y horrendo “salón de trabajo”, donde nos veíamos obligados a resolver cálculos matemáticos avanzados y problemas algebraicos de alto nivel y ampliamente difíciles. Por alguna razón aun recordaba todo lo relacionado a los números, muy curioso fue que solo me acordaba de eso.
Termine antes que todos los problema matemáticos y luego todos los demás repitieron la acción, al finalizar, tomaron todos los papeles y los pusieron en grande cajas con fechas y escritos. Nunca supe para que servían. Mientras observaba esa acción, Oscar tomo mi mano y me dejo un papel envuelto, con lo cual me dijo:
-Cuida este papel con tu vida, quizás ya no nos veamos mañana-
Efectivamente, la mañana siguiente ya no se encontraba entre nosotros, un sin nombre me contó que un hombre alto y robusto se lo había llevado, pero nunca se supo en verdad.
Luego de que tomáramos las pastillas matutinas, con mucho cuidado y cautela abrí el papel, para encontrarme con un escrito en donde Oscar revelaba su teoría, la teoría más importante de toda su vida pasada, la refutación de la teoría de que el sol era el centro de universo y no la Tierra, planteada por el mismo Galileo. Al ver esto la incertidumbre y la exaltación invadieron mi ser, corrí rápidamente, preguntándoles a todos sobre sus teorías, La ley de masa equivalente, La paradoja de Schrödinger, La maquina de Turing, Los postulados de Boole, y muchas otras cosas que eran verdad, eran la pura verdad, es decir estábamos encerrados por decir verdades, cuando quise informar a alguien de lo sucedido, un fuerte golpe noqueo mi cabeza y todo se volvió negro.
Me levante atado en una silla, cubierto de sangre y con algunas heridas en el rostro, los dos hombres grandes me custodiaban, mientra la silla daba directo a exterior, podía apreciar la calle, la ciudad y los árboles.
Estaba en el despacho, cuando el director se me acerco, solo me hizo una simple pregunta
-¿Qué es lo que ve?-
-No importa lo que veo afuera, el problema es lo veo aquí adentro-
-Una lastima-
Sostuvo una jeringa y la incrusto directo en mi cuello, sin poder negarme, solo espere mientras todo se oscurecía, y por fin lo pude ver, no solo nosotros, los cuerdos estábamos encerrados, sino que en el exterior se encontraban los dementes, los violadores, los asesinos, los criminales, en una sociedad devastada y una ciudad destruida, en ruinas, sin salvación ni remedio, mientras el mundo podrido se prendía fuego, los inteligentes, los leales, los capacitados, éramos tratados como locos y permanecíamos encerrados.
Hoy es el día en el que soy libre, pero no libre del todo, ya no estoy encerrado, ahora solo pertenezco al mundo exterior.

"Tardanza" (Poema Propio)

Tu cigarro se apago
Y en tus labios yo morí
Tu sonrisa me atrapo
Y en tus brazos me dormí

La mañana despertó
Y a tu lado amanecí
Mi alma se alegró
Al verte a ti reír

Cuanto tiempo ya pasó
De verte esa vez partir
Cuanta gotas derramo
Mis ojos sin sentir

Por fin se presencio
Mi vida sin salir
Por fin mi corazón
Muerto aguarda por ti.

"A solas" (Cuento Propio)

“El espanto es el signo del fantasma.” Pascal Quignard.

Concentrado enteramente en mi trabajo, y con la farmacia vacía, me di cuenta que el aire acondicionado hacia un ruido fuera de lo común, mientras mis dos compañeras desayunaban en el fondo del pasillo y yo seguía guardando los pedidos del día anterior, era una fría mañana de otoño, el frío se sentía hasta en mis profundos huesos.
Como era de costumbre, al ser tan temprano, los clientes aun no se aventuraban a venir, por ende el shopping estaba vacío, pero esa mañana todo cambio, mientras aun seguía con mis deberes, pude notar la llegada de una mujer alta, delgada, con pelo negro en mal estado y con dos bolsas bien grandes llenas, era una mujer espantosa.
La saluda desde lejos para ver que se le ofrecía, pero no me escucho, la salude de nuevo, pero no emitía sonido, solos se había quedado inmóvil y recta, observando un punto fijo.
Me aproxime hasta donde ella se encontraba, y el terror inundo mi corazón, la mujer con sus dos manos temblando y repitiendo unas palabras en voz baja, las cuales no pude oír, parecía un cadáver parado, cuando por fin estuve frente a ella,  saliendo de su estado solo me respondió “Estoy mirando”, esas simples palabras, directas y si emitir otra, “Cualquier cosa, solo llámeme” le conteste y seguí con mis cosas.
Las medicamentos a guardar eran interminables, pero no era esa mi principal preocupación, la mujer aun seguía allí parada sin hacer nada, la situación se volvió perturbarte, así que decide ir al pasillo donde se encontraban mis compañeras y avisarles de la extraña situación, mientras una de ella llamaba a seguridad, la otra me acompaño de regreso al mostrador, pero la mujer se había ido, había desaparecido y solo dejo sus dos bolsas grandes en el suelo.
La señora se marcho, no había peligro alguno, ni preocupaciones,  pero sus dos bolsas me intrigaban mas de la cuenta, cuando me acerque a verlas, la televisión interrumpió mi acción, informando la aparición del cuerpo de una mujer que había estado desaparecido hace aproximadamente dos semanas, la cual tenia la misma descripción y rasgos de aquella mujer que nos había visitado aquel día, el forense confirmo la muerte súbita, pero no se informo el paradero sobre sus dos hijos desaparecidos también, por lo cual, decidí terminar lo que había empezado, y al ver el interior de las bolsas, la angustia y el terror se apoderaron de mi, desde el oscuro y siniestro interior, yacían el cuerpo de dos niños pálidos, duros y sin vida.

"Cultura en soledad" (Cuento Propio)

“Quien mal anda, mal acaba”.

Nos levantamos bien temprano esa mañana para dar un lindo paseo cultural con mi tío Francisco, pasamos del Tortoni al Barolo, del Malba al Palais de Glace, y finalmente, luego de un refrigerio, decidimos entrar al centro cultural. Imponente, enorme, un verdadero espacio para el arte y la imaginación.
Al entrar, tuvimos que aguardar la fila para comprar la entrada, sin embargo, al llegar a la cabina, nos dimos cuenta que el encargado de vender las entradas, se había ido. En lugar de el, desde el oscuro fondo de la cabina, se acerco un hombre de aspecto viejo, alto, delgado, con ojos saltones y un pelo blanco descontrolado. Sin emitir una palabra por parte de el, le preguntamos cuando costaba la entrada, y luego de un profundo silencio, nos dijo simplemente que para nosotros la entrada era totalmente gratis, y luego de eso, se retiro y nosotros un tanto sorprendidos, entramos directo por la puerta principal.
Al entrar vimos un mural de bienvenida, con imágenes de dibujos azules en fondos blancos, era una tradición del lugar, ya que fue la primera pintura que se había exhibido. Seguimos avanzando por el pasillo, hasta que llegamos a la primera sección, donde la muestra trataba de fotografía, como siempre, Francisco alardeaba sobre sus conocimientos artísticos y me otorgaba sus sermones llenos de palabras y frases que ni el entendía. Su voz seguía disparando palabras, pero mi mente no captaba nada, estaba anclada en una de las imágenes que estaba observando, un hombre, delgado, viejo y desnudo, con estilo de blanco y negro, y una mirada triste y directa, sentí como si me estuviera queriendo decir algo.
Visitada toda la 1era sección, nos aventuramos a entrar en la segunda, esta, a diferencia de la otra, trataba sobre pinturas y garabatos sin sentido, obras locas y exaltantes. Lo mas extraño fue ver que estas no tenían firma, de autor, eran de origen anónimo, la extraña combinación de los colores y el ruido del viento proveniente de la ventana, generaba la sensación de estar en un mundo psicodélico y surrealista, con toques de terror y demencia.
Casi hipnotizado por la obra central, pude darme cuenta que Francisco se había ido hacia la ultima sección, por lo cual, decide hacer lo mismo, mientras iba caminando, sentí como si todo lo visto hasta el momento se desvanecía hacia la nada, pero la voltear, todo seguía igual, solos obras que miraban directo a mis ojos sin presentar rasgos de vida alguno.
Mientras me dirigía por el pasillo, note que las paredes comenzaban a tomar un color negro, del tipo suciedad, y la luz iba disminuía conforme yo avanzaba en mis pasos, algunas personas venían del interior de la sala, pero no venían con sonrisas o algún signo de felicidad, largas caras con lagrimas en sus ojos, serias y algunas con la cabeza abajo, caminaban y caminaban sin parar. Estando a uno pocos pasos de la entrada a la sala, Francisco, salio de su interior, me miro y me dijo, -La obra es perfecta, te penetra, te absorbe, te posee.-, y siguió su camino.
Le habrá gustado demasiado, pensé, mi entusiasmo y mi curiosidad acompañaron mis ganas de abrir la puerta, al entrar, la curiosidad se torno misteriosa y el entusiasmo se convierto en miedo puro, a lo largo de la sala, se podían observar cientos de cuadros con las personas que había visto salir del interior de la muestra, pero no eran simples pinturas, las siluetas se encontraban en situaciones mortales, colgadas, con sangre, en acto de suicidio, llorando, gritando, era una locura, pero eso no era lo peor, en el fondo se hallaba el retrato de Francisco, cubierto de sangre y con el rostro blanco. Entrando en pánico, salí inmediatamente de ahí, pero un cuadro mas llamo mi atención, toda mi atención, era mi cuadro, mi pintura, pero a diferencia de las demás, la mía estaba feliz, contenta, alegre. Cuando alce mi mano para tocarla, todo se oscureció.
Y luego desperté, inmóvil en el marco, viendo como mi retrato apreciaba mis colores y mis pinceladas, mientras comentaba sobre la obra, me miro con una sonrisa perversa y se alejo por el pasillo, mientras yo aun espero a que el vuelva.

"La caminata de los personajes" (Cuento Propio)

“La muerte es solo el comienzo”.

Salí tarde del trabajo ese día, los transportes públicos ya no pasaban a esa hora, estaba muy oscuro y frío, no tuve mas opción que irme caminando hasta mi hogar.
Al principio camine por la calle principal, pero al cabo de una cuadras tuve que doblar en una calle tenebrosa y algo despoblada, apresure el paso por si las dudas, hasta que un auto se detuvo atrás mío, al observarlo trate de ignorarlo y seguir mi camino, pero al tiempo que me movía, el auto se movía conmigo.
Las luces se volvieron más incandescentes y la velocidad más rápida, sentí como el motor aumentaba su potencia conforme yo aumentaba los pasos, me apresure aun mas, hasta el punto que comencé a correr, el auto acelero mas, corrí y corrí, hasta que el auto estuvo a mi alcance, me pare en medio de la calle, y gritándole le dije que era lo que quería, por que me seguía. Un pequeño hombre salio del vehiculo, y me dijo, que lo único que quería, era llevarme, le pregunte por que haría eso, y me comento que la noche era fría, oscura y no era saludable que ande solo por esos lugares.
Cuando me acerque al hombre para verlo más de cerca, este, al ver mi rostro, se asusto completamente, y subió rápidamente al auto, alejándose entre las oscuras sombras de la ciudad.
Continúe mi caminata olvidando lo sucedido, el trayecto se hacia cada vez mas largo y tenebroso, recuerdo que vi pasar algunos autos mas, a toda velocidad, muchos perros aullando a la luna y demás cosas que no tenían importancia.
Cuando comencé a transitar por una zona llena de callejones,  donde a veces se escuchaban gritos muy fuertes, sentí como si las piernas se me desprendían, y mi vista disminuía, sin embargo, continúe caminando hasta que escuche llantos provenientes de uno de los callejones, una anciana mujer llorando golpeando su cabeza contra la pared, al escuchar que me acercaba a verla, giro su cabeza volteando hacia mi, y con unos blancos ojos y un pálido rostro, un cuerpo semi desnutrido lleno de moretones, rasguños y cortaduras, con sus manos ensangrentadas y con un cuchillo en su mano, comenzó a cortarse mientras me decía que todo esto lo hacia por el, por el, me pregunte yo, y la mujer al escuchar mi voz, soltó el cuchillo y pidiendo perdón se retiro entre las penumbras oscuras del callejón.
Desconcertado y asustado, proseguí en mi camino, hasta llegar a un puente de piedra que conectaba a la otra calle, por debajo se encontraba un río.
Al avanzar por el puente, exactamente en la mitad del mismo, me tope con una mujer alta, delgada y vestida con un largo camisón blanco, trate de continuar sin observarla ni detenerme
Pero al pasar junto a ella, se voltio hacia mi, y con una idioma completamente desconocido, comenzó a entonar una canción escalofriante, mientras se sacaba la ropa. Completamente desnuda, se lanzo al fondo del rió, desapareciendo en su inmensa profundidad.
Todo era muy raro, a tal punto que ya me estaba asustando.
Me empezó a doler la cabeza, que luego me provoco una mortal tos, no veía la hora que llegar a mi hogar y poder descansar, las piernas comenzaron a responderme mal, pero ya casi estaba cerca, no debía parar, una vez que llegara a casa, toda esa pesadilla terminaría.
El paisaje viraba en torno a cuantos más pasos yo daba, a veces se tornaba gris, a veces rojo, pero siempre volvió a tu color negro, negro de noche. Y los animales, si lo animales, cada vez mas extraños, parecían involucionar a cada momento. Pero al fin, ya estaba en mi tramo final.
Algunos minutos más de caminata, viendo como la noche cambiaba de tonalidad, y mi cuerpo se tornaba cada vez más cansado, seguí caminando hasta que por fin pude ver la pequeña entrada a mi casa, pero no todo era como siempre, muchos autos negros estaban estacionados en la puerta, autos largos y negros.
Me acerque a puerta, y pude observar varias personas vestida de negro, vestidas de luto, me apresure lo más que pude y entre con gran inquietud. En el interior todo era llanto y desolación, climas negros y tristes, muchas persona que conocía y otras no tanto, traté  de hablar con ellas, pero al hablarles nadie emitía un sonido ni un gesto, nada, era como si yo fuera invisible, ya estaba al punto de perder la razón y la cordura. Me acerque, entre las flores y las sillas, para ver quien era el difunto, y quien era?, bueno ustedes se imaginaran. Salí con todas las respuesta aclaradas y con las pocas fuerzas que me quedaban, cruce la puerta, y mi figura se mezclo con la pobre niebla que la noche abrazaba en su lindo y largo esplendor.

"Las esquinas" (Cuento Propio)

“Quien define al fantasma, quien lo ve, o a quien ve el”

La cinta era bastante aburrida pero perturbadora, daba miedo, sí que lo daba.
La habitación estaba muy oscura, hacía frío y estaba muy nublado. Lucas comenzó a tocar el bajo y a entonar notas raras, algunas sonaban como tritonos. Lo peor era su rostro, parecía endemoniado, realmente lo disfrutaba mucho pero era extraño.
Me incline sobre la silla y gire la cabeza hacia el extremo de la habitación y fue justo cuando lo vi, el espíritu, colgado de cabeza con los ojos tiesos, me observaba fijamente. Realmente me asusto mucho.
Volví a ver la cinta y el fantasma ya se había ido, a eso Lucas me comenta:
-Ayer soñé algo feo-
-¿Si?, contame - le dije yo.
-Termine de ver esa película rara que te conté, me fui a dormir y soñé que un niño pequeño, pálido y vestido de traje, me miraba fijo y sin moverse. Fue tan perturbador que me levante transpirado y muy asustado-
-Yo he soñado cosas peores- le comente -Pero no te las voy a contar.
En medio de la conversación, las luces se apagaron y vimos como la muñeca, casi endiablada, nos miraba desde la ventana y la habitación se cerró. Silencio atroz.
Ya no podíamos confiar en nadie, las paredes eran inoportunas, el techo distante y el resto de la casa inaccesible. Aunque las esquinas parecían ser la única salvación, las mismas estaban abiertas a lo paranormal, repleto de fantasmas sedientos de mal.
No nos quedaba otra opción más que terminar de ver la cinta cinematográfica y apreciar, de algún modo, como terminaría. Tal vez los protagonistas sobreviven, o quizás nosotros moriríamos, o quizás los fantasmas nunca existieron y estábamos locos. Tal vez, nosotros permanecíamos en la película, o, simplemente, estábamos en las esquinas, perturbando a los que nosotros creíamos que eran los fantasmas.

"Seguridad" (Cuento Propio)

“La seguridad es mayormente una superstición.”  Helen Keller

La noche era tranquila, como casi siempre solía ser, salvo algún que otro borracho de la zona, como era de costumbre, estaba en mi cabina, mirando una película y sofocado por el horrendo calor,  comiendo una pizza fría y una cerveza rancia, que vida!, si linda vida, soy un guardia de seguridad de una empresa importante, lo único que tenia que hace era vigilar el estacionamiento y controlar que todo este bien.
Una de las tantas noches de trabajo, ocurrió un hecho un tanto extraño, aburrida, como todas las noches, en un vistazo pude captar la figura de una pequeña niña por la cámara que miraba fijo hacia la misma, tal vez estaba perdida, era lo único que podía imaginar. Me levante de la silla y fui al estacionamiento a ver si podía ayudarla, mas extraño fue aun cuando al bajar, me di cuenta que allí no había nadie mas que escasos autos y un pobre perro asustado.
Volví a mi cabina, me senté, y seguí viendo la televisión cuando nuevamente observe la pantalla de la computadora, y nuevamente volver a ver a la pequeña niña, un tanto aterrador, volví al estacionamiento pero nada se encontraba allí.
A la noche siguiente después de saludar a mi compañero, tome la cabina de nuevo y esta vez me traje un libro para leer y una rica tarta echa por mi hermana,  entre bocados y paginas, el sueno me iba ganando, pero mis sentidos revivieron cuando por la cámara, volví a ver la pequeña niña, pero esta vez detrás de ella pude ver la figura de un hombre, empuñando un cuchillo y yendo directo hacia la pequeña. Rápidamente deje lo que estaba haciendo y fui a corriendo al lugar, para luego darme cuenta que no había nadie, mas que un silencio eterno. La situación ya se volvía extraña y aterradora, acaso era un fantasma o una invención mía, muy pronto lo tendría que averiguar.
Decidí inspeccionar la conexión de la cámara y todo estaba bien, dar una vuelta por el estacionamiento pero nada, todo estaba bien. La tercera noche trate de prestar mucha atención a la cámara en al cual había aparecido la niña, trate de captar el momento exacto en el cual ella se presentaba, pero mi atención fallo cuando me di cuenta que esta vez, ella figuraba en otra pantalla, y no lo hacia sola, sino que esta vez, una figura de un hombre alto, robusto, a cual no podía verle el rostro, puesto que tenia una gorra negra, se encontraba parada detrás de ella, observándola, de repente saco su arma y le apunto a la niña. Tan pronto como vi eso, salí corriendo hacia el estacionamiento, pero, como ya es de costumbre, no había nada.
Aun mas raro fue cuando una noche, pude observar solo al hombre, pero esta vez, apunto su arma hacia la cabeza, no tenia nada que perder así que corrí para intentar detenerlo, pero nada.
Las siguientes noches se volvieron mas turbias y extrañas, la misma situación se repetía cada noche, cada bendita noche, y yo ya no era el mismo,  aguardaba a que la patetita escena que lograba apreciar todas las noches cambiara en algún momento, pero no, todas las noches era la misma, hasta que un día, todo fue diferente, en la cámara se pudo apreciar a la niña sola, sin la figura negra que antes se veía, supuse que el otro personaje haría acto de presencia en algún instante, por lo tanto, me dirigí rápido hacia el estacionamiento, pero en lugar de encontrar a la pequeña, me tope con el hombre, alto, cubierta por una campera gigante, una gorra negra, era imposible distinguir su rostro. Terrorífico, se encontraba parado frente a mi, trate de hablar con el, le pregunte quien era y si necesitaba algo, si era del edifico, si estaba perdido, pero nada, el hombre no emitía sonido alguno, hasta  que de repente saco un arma de su bolsillo, al ver esto me asuste y no tuve mas remedio que decirle que se calme y baje su arme, poniendo mis manos sobre la mía, y en medio de la nada, la pequeña niña se asomo desde la oscuridad gritando con todas sus fuerzas, al verla corrí hacia ella para percatarme que nada le sucediera, cuando voltee para volver a ver aquel hombre, ya no estaba.
Lo aun mas sorprende fue que al tomar a la niña, estaba pataleaba y hacia todo tipo de movimientos para soltarse, cuando cansado le dije por que quería escaparse de mi, si intentaba ayudarla, malhumorada y sin responder una palabra, corrió por el pasillo para esconderse entre los autos, cuando me decidí ir a buscarla, y asombrado pude ver que la niña se encontraba junto a ella tomada de la mano, supuse que tenían algún tipo de parentesco, iba directo a conversar con ellos, cuando al intentar acercarme el hombre tomo nuevamente su arma, y me disparo directo en un hombro, por el impacte caí al piso, y me arrastre detrás de un auto, con mucho dolor, pude apreciar que la sombra del sujeto se hacia cada vez mas grande,  obvie que se acercaba hacia mi, por lo tanto decidí esconderme hacia el otro extremo del auto, cuando finalmente se asomo, cegado por la ira, dispare y dispare sobre el, cuando me acerca al mismo, descubrí con todo horror, que el cuerpo tendido, moribundo y al borde de la muerte, era ni mas ni menos que la pequeña, no podía entender como era posible, mire alrededor pero el hombre no se encontraba, en llantos y mirando a la pobre niña, la cual con sus ultimas fuerza, apunto su mano directo a la cámara, hasta finalmente dejo de respirar, y murió.
Me bloqueé con la imagen de la niña apuntando a la cámara, tratando de descifrar que me quiso decir, cuando finalmente lo descubrí, era yo, siempre fui yo, las imágenes que Observer por la cámara, eran mis imágenes, en el estacionamiento, matando aquella pobre niña, sin ninguna razón, tome la ultima decisión, tirado en el suelo frente al cuerpo y como antes dije, sin nada que perder, tome mi arma, y decidí cumplir una de las imágenes que había contemplado en la cámara, apunte el arma sobre mi cabeza, con toda… seguridad.


"Aerosilla" (Cuento Propio)

“¿Ficción o realidad?, difícil de explicar.”

Los primero rayos de sol impactaron contra mi rostro, forzándome a abrir los ojos y despertar de un sueño profundo, parecía que venia de una borrachera increíble, me dolía la cabeza, y tenia ganas de vomitar, al volver a la realidad, me di cuenta que estaba en una aerosilla, solo, andando por montañas y montañas sin fin, si en una aerosilla, sucia, oxidada y en mal estado, suena muy extraño, era una mañana temprano, veía las otras aerosillas que volvían, pero todas vacías, las montañas cubiertas de nieve, sin ninguna rastro de ser vivo, bueno, supuse que me había quedado dormido en el trascurso del viaje, pero no tenia noción de cuanto tiempo había dormido.
Los skies estaban dañados, y mi campera algo sucia, hacia un poco de frío, y de a poco se comenzaba a nublar, de repente vi algunas personas por debajo de mí, trate de gritarles y preguntarles cuanto faltaba para llegar a la cima, pero no me escuchaban.
El tiempo pasaba y la aerosilla seguía su rumbo, ya se estaba tornando turbio, me parecía totalmente raro que aun no llegaba, la noche y el frío ya se apoderaban del ambiente, y los nervios se hacían presentes,  a lo largo comencé a apreciar unos destellos de luz, que cada vez  hacían mas graves, decidí recostarme, tranquilizarme y mirar el cielo, sin una estrella , nublado, con ganas de llover, empecé a reflexionar que podía estar pasando, pero algo me distrajo, ahora los destellos se desplazaban de un lado al otro en el cielo, parecía de película, pestañee y pestañee, hasta que los destellos se fueron, levante la cabeza y ,juro por Dios, que ahora si me asuste, en vez de subir hacia la cima, estaba bajando, demasiado extraño para creerlo, la niebla disipaba todo alrededor. Ya no sabía que mas hacer, decidí dejar una pequeña “N” marcada en el extremo de la silla, ante cualquier cambio de último tiempo.  Acaso era un sueño, mientras debatía conmigo mismo, unos pequeños ruidos se oían de atrás, con la niebla no pude lograr ver que era, cuando me doy vuelta nuevamente hacia delante veo una figura un tanto fantasmal viéndome desde la aerosilla siguiente, los ojos tiesos y luminosos, mirándome fijo y directo,  trate de hacerle señas y le grite con mucha fuerza, pero no daba un gesto de vida, no obstante, oí otro ruido proveniente de atrás, ni más ni menos que otro fantasma, y en la aerosilla contigua, otro, y otro, así hasta que logre disipar a todos los fantasmas en sus respectivas aerosillas, estaba más que claro, todo era un sueño, todo eso era irreal. Todos mis delirios fueron interrumpidos por un salto y abarrote por parte de estos seres, uno de ellos se colgó en mi aerosilla, causando que esta se tambalee, mi mochila se cayó, mi abrigo también, pero lo peor no era eso ahora  veía a ese ser más de cerca, alto, grande, cubierto de pelaje, garras afiladas, ojos bien grandes y una mandíbula cubierta de dientes, y con instinto asesino.
Permanecí inmóvil, mientras este me observaba fijo, cuando trate de tomar uno de mis skies, el infame mordisco de la bestia hirió mi brazo y seguido mi entrepierna, los gritos de dolor y la sangre cubría todo el panorama, era el fin, la pesadilla acabaría de la peor manera, mis ojos tiesos y mi corazón latente no sabía qué hacer, estaba sin salida alguna, me arme de valor y trate de golpearlo o empujarlo, fue un entre pleito extremo, mi vida corría peligro, golpee a mas no poder, arrojando mis puños por doquier, pero no era suficiente la criatura seguía saltando, subiendo, empujando, cambie de posición hacia el extremo de la aerosilla, una pierna la tenia inmóvil, me levante como pude y no me quedo otro remedio que colgarme del cable conector, pero la insaciable bestia imito la acción, no tuve otra opción, me abalance contra ella, pero no había salvación su fuerza era infinita, rendido deje caer el cuerpo y mientras era devorado, entres llanto y agonía, pude observar la salvación, el final del recorrido estaba próximo, sabía que debía lograr llegar hasta ahí, así que enterré mis dedos en el interior de los ojos de la criatura, cuando estaba casi ciega, asfixie su cuello para ganar tiempo y llegar al final, medio muerto, tenía la bestia encima, pero ya casi llegaba, tan solo estaba a unos pasos, -lo lograré, lo voy a hacer- repetía, cuando finalmente toque suelo firme. Todo se interrumpió.
-Disculpe, señor, ha llegado al final del trayecto, creo que le gano el sueño- esas palabras provenían del guarda del cerro.
Totalmente consciente, pude ver que mis estado estaba optimo, la aerosilla estaba intacta, el día soleado y la montana rodeada de personas. Baje de la aerosilla y camine firme por la nieve, cuestionándome si todo fue un sueño, una alucinación, pero lo importante era que estaba en el realidad, vivo y sano. Mientras me encaminaba a la salida del cedro, observe, con todo el temor y nerviosismo, la pequeña “N” marcada en una aerosilla, de no cree que todo no fue un sueño, todo había sido real, corrí gritando que detuvieran el sistema, pero nadie me oía, seguí gritándole a la persona que iba subiendo en esa máquina infernal, pero era muy tarde, la dicha aerosilla se elevo por los cielos, alto y lejos, mientras la niebla se apoderaba del lugar, los truenos se hacían presentes y las nubes negras tornaban el bello cielo de oscuridad. 

"Lealtad" (Cuento Propio)

La grandeza de una nación y su progreso moral pueden ser juzgados. Por la forma en que ésta trata a sus animales”.

Gandhi. Abogado y político indio.

Mi nombre es Ángela. Vivo en el barrio porteño de Flores y la siguiente historia es acerca del amor, el cariño y la lealtad que recibí por parte de un hombre y de un... perro. Yo vivía con mi abuelo, llamado Francisco, quien se caracterizaba por ser un hombre duro y regio, pero siempre predispuesto y de buen corazón. 
Debido a su edad, tenía algunos problemas de corazón y, lamentablemente, padecía de un cáncer muy severo que lo tenía en cama para mantenerse en reposo.
Muy triste fue cuando su situación se torno tan delicada que tuvo que ser transferido al hospital más cercano. Mis nervios y mi ansiedad que aguardaban conmigo se vieron interrumpidos por mis llantos y angustia cuando el doctor me dijo que no había nada más que hacer, solo era cuestión de tiempo y lo mejor era terminar con su estado para que no sufriera más.
El amable doctor me dejo verlo para poder despedirlo por última vez, y nos dejo a solas para tener privacidad. Las lágrimas no me permitían hablar mucho, lo único que pude hacer es abrazarlo, darle muchos besos y decirle que la vida fue muy injusta, que lo amaba y que siempre lo llevaría dentro de mi corazón. Mi abuelo, casi sin voz ni fuerza, me respondió que me amaba con toda su alma y que siempre me cuidaría, sea cual sea la forma. 
Horas más tarde falleció en paz y sin dolor. Yo creía que mi vida ya no tenia sentido, me había quedado totalmente sola, pues el era la única familia que me quedaba. Pero lo que sucedería después, me recobraría el espíritu.
Algunos días más tarde, mientras iba al supermercado, encontré a un pequeño perrito asustado y con mucho frió. Me apenó tanto que decidí llevarlo hasta mi casa, darle un poco de agua, algo de comer y algunas caricias, acciones que me agradecía con un meneo de cola y saltos de alegría. 
La mañana siguiente me encontraba en mi casa limpiando algunas cosas y viendo una película romántica. Como es de costumbre, siempre trato de hacer varias tareas juntas: dejar cargando agua para regar las plantas, la cafetera trabajando y la bañera con el agua abierta para que se vaya llenando y, como mi cabeza estaba metida en varias cosas, la ducha sobrepaso los limites y inundo todo el baño. Como tenía algunos enchufes cerca, hubo un pequeño cortocircuito y, por desgracia, una inevitable explosión.
Justo cuando entre para comprobar que pasaba, una segunda explosión impactó directo contra mí, dejándome casi inconsciente en el suelo.
La desesperación y el miedo se apoderaban de mí, cuando el fuego y el humo se propagaban por toda la casa, y yo no tenía ni fuerzas para levantarme.
Mi respiración comenzó a disminuir y mi vista estaba casi nula. Cuando pensé que ya no había salida, fue ahí cuando el perro, el mismo que había salvado, tuvo la lealtad y valentía de atravesar las llamas del fuego y arrastrarme hasta la puerta para luego salir hacia la calle a ladrar y advertir a los vecinos.
Los bomberos y ambulancias no tardaron en llegar. 
En cuestión de minutos, todos ya estaban brindando su ayuda. Mi casa había quedado completamente destruida. 
Ya estando a salvo y fuera de peligro, sentada en la camilla no sacaba mi mirada de aquel perro. Si no fuera por él, no estaría viva. 
Mientras lo acariciaba lentamente, un grupo de ancianos se acercaron a mí y me dijeron que el perro les pertenecía y que lo habían reconocido por la televisión cuando vieron el accidente del incendio.
No tuve otra opción más que entregarlo. Le di las eternas gracias y lo despedí con mucho cariño.
Mientras se alejaban, me acorde que no tenia idea de cual era el nombre de mi pequeño salvador. Por lo tanto, le pregunte amablemente a sus dueños e instantáneamente los llantos volvieron hacia mi.
El perro, cuya lealtad y amor salvaron mi vida, se llamaba simplemente... Francisco.

"La habitacion de mis padres" (Cuento Propio)

“Sueños inalcanzables, finales desesperantes”

No era muy tarde aquel día, cuando me encontraba placido en mi habitación leyendo mi nuevo ejemplar de la biblioteca, postrado en la cama, en una linda noche de verano, tranquilo mientras leía “1408” de King, en un abrir y cerrar de ojos se escucha la voz de mi madre proveniente de la cocina pidiéndome que valla a buscar su reloj, que se encontraba en su habitación, me levante sin ningún problema, pase por el living, el baño y llegue hasta la habitación,  la famosa habitación de mis padres, especial, podría decirse, decorada con un revestimiento de los años 60’, estilo antiguo, alfombra polvorienta, cama de color café, armarios gigantes, candelabros y un cuadro italiano, del cual no recuerdo el nombre, solo que era un tanto espantoso.
Cruce el marco de la puerta, eche un vistazo a mi alrededor, y vi que el alajero estaba sobre la mesa de luz, en el instante que fui a recogerlo, una fuerte brisa de viento provoco que se cerrara la puerta, al ver esto me dirigí hacia ella, trate de abrirla, pero era imposible, le grite a mi madre para que me abriera pero fue inútil, no me escuchaba, pero eso no era lo peor, mientras yo luchaba con la puerta, escucho un pequeño sonido atrás mío, al darme vuelta, veo, un tanto desconcertado, la luz del velador encendida, no lo tome como nada fuera de lo normal, me acerque y la apagué, al instante que realice esa acción, la luz del otro velador también se encendió, esta vez lo tome como algo extraño, de nuevo repetí la acción, me acerque y la apagué, pero luego, ya entrando en terror, se apago la luz del candelabro, pero con eso no basto, sino que comenzaron a escucharse ruidos que provenían de la calle, gritos aturdidores, como si fueran de asesinato, y como si fuera poco solo me alumbraba la luz del velador de la mesa cajonera, por lo tanto me quede solo con esa, tratando de analizar las cosas con total seriedad, me cuestionaba a mi mismo diciendo si tal vez fue una baja tensión, problema en los tapones, pero no era así, ya que las luces de las calles estaban es perfecto estado, de repente siento un sismo que hizo que varias objetos ,incluso yo, cayéramos al suelo, al levantar la mirada, veo que una grieta se había formado en la pared derecha de la habitación.
Cada vez se oían más gritos provenientes de la calle, pero uno en particular hizo que me pusiera nervioso, al poner mi oído contra la puerta, escuche a mi madre llorando y gritando por su vida, cada vez mas fuerte, me inundaba la cabeza, empecé a golpear, rogando que abran, pero eran como si mis palabras se las llevara el viento, de repente los ruidos callaron, eso me puso mucho mas nervioso, golpe la puerta con todas mis fuerzas, rompí uno de los veladores contra ella, pero todo fue en vano, nunca podría volver a salir de allí. La claustrofobia y el encierro se hacían presentes, no sabia si lo que estaba sucediendo era realidad o una pesadilla, tal vez me estaría volviendo loco, podría haber sido una teoría, ya que a cada rato veía pasar siluetas de un rincón a otro, como si fueran fantasmas, mis ojos estaban tiesos, estaba asustado, muy asustado, la grieta de la pared cada vez se hacia mas grande, los gritos volvían, se incrementaban y luego se volvían a disolver, ya no distinguía bien los colores, sabia que ese era mi fin, nunca mas volvería a ver la luz del sol, de repente la grieta termino por convertirse en un enorme vacío, una fuerte brisa empezó a tirar todo el interior de la habitación hacia ella, relojes, espejos, lo que sea, tuve que aferrarme debajo de la cama, fuertes y fuertes vientos se llevaban todo, cuando finalmente cesó, el cuarto se encontraba vacío, una voz comenzó a hablarme desde un rincón, al darme vuelta, la silueta de mi madre diciéndome que ya era de hora de partir, yo me rehusaba, estaba sucio, con la ropa manchada, rota, heridas en el rostro, las manos, ya no podía seguir mas, deje caer mi cuerpo sobre la cama, y de repente la habitación estaba intacta, como si hubiera sido un flash, al lado mío estaba el cuerpo de mi madre, helado, con los ojos tiesos, la televisión se encendió y comenzó a emitir imagines desagradables, por la venta veía sombras gigantes que me llamaban hacia la oscuridad.
De repente, suena el teléfono, era mi madre, con voz pobre, pidiéndome que haga lo que ellos quieren, pidiéndome ayuda, mi desesperación volvía y ya no sabia que hacer, la voz de mi madre se callo, de la nada aparecieron cientos de siluetas fantasmales que me arrastraban hasta de un extremo a otro, mi cuerpo ya no me respondía, mi muerte se aproxima, pensaba, entre todos los fantasmas, estaba mi madre, diciéndome que ya faltaba poco, que espere un poco mas, para que nos viéramos, mis ojos empezaban a cerrarse. Finalmente las siluetas dejaron caer mi cuerpo de nuevo sobre la cama, y desaparecieron.
Postrado, sin fuerzas y absolutamente solo, opte por tomar la ultima decisión, tome la afeitadora de mi padre, saque la pequeña hoja con filo, y encare la misma hacia las venas de mis manos, no tenia otra forma de hacer ese vil acto que estaba a punto de cometer, no, no había otra, los fantasmas incentivaban mi acción, las luces se prendían y apagaban solas, era el fin, el completo fin, al momento de ejecutar la acción, imágenes de mi familia hicieron su intervención, recuerdos casi borrados de mi infancia, momentos alegres, felices, hicieron que reflexione, y actúe de manera correcta.
Que lograría con suicidarme, aun mas decidí morir, pero llevarme la condenada habitación conmigo, tome el encendedor de mi madre, algunos papeles, cortinas, sabanas, y encendí un fuego que ardió incandescentemente y se llevo todo por delante, las siluetas comenzaron a perderse en las llamas, gritando, como así también las sombras, las voces, todo, mientras todo se iba perdiendo, yo me encontraba en la cama, riéndome y disfrutando aquel acto, las llamas crecían, y yo seguía riéndome, mas, mas y mas, hasta que finalmente el fuego venia por mi, mi cuerpo entregado, y mis ojos se estaban cerrando, yo pensaba que ya estaba listo, todo estaba por terminar, cuando de repente, se escucha la voz de mi madre, gritándome que valla a buscar su reloj, abrí los ojos, atónito y no podía creer lo que estaba viendo, mi cuarto, yo, acostado, el cuento en mis manos, el televisor prendido, no podía hacerme creer que todo había sido un sueño, mi madre volvió a gritarme, me levante rápido, cruce el living, el baño, y ahí estaba esperándome, la temida habitación de mis padres, ya no podía verla como un cuarto mas, me temblaban las manos, gire la perrilla, y abrí la puerta, no sabia que era lo que me esperaba, una simple habitación, o tal vez una cuarto terrorífico, repleta de aquellas cosas que hicieron llevarme al punto final, tome aliento, valor y entre, a la espera de lo que allí aguardaba, a la espera de lo que sea.

"El Profesor" (Cuento Propio)

“Injusticia humana, venganza de los Dioses”.


¿Una historia?, ¿Un cuento?, si se podría decir que es una historia, ¿Policial? ¿Terrorífica? Pues no se como definirla. ¿Mi historia, la de él o la de ella? Si la de ella, la persona mas preciosa y dulce en el mundo, pero también es la historia de él, para ser mas exacto, de mi profesor, la figura que me provocaba un malestar sentimental inexplicable, pero no hablare de él todavía…
La historia se remonta al año 2009, recuerdo que tenia 17 años y cursaba el 6to año de la secundaria, junto con todos mis amigos y amigas.
Yo habría estado desde jardín en aquel colegio, conocía a la gran parte de las personas de la institución y ellas me conocían a mi, pero un día, justamente el segundo día de clases, llego una nueva compañera llamada Cecilia, no muy alta, delgada, ojos claros, pelo castaño, era la jovencita mas hermosa y bonita que había visto en toda mi vida. Yo nunca había experimentado sensaciones de amor como aquella vez, pero bueno siempre hay una primera vez para todo, estaba completamente enamorado, ya no pensaba en nada más que en ella, poco a poco, mientras transcurrían los días, me fui acercando a ella, comencé a hablarle, a interactuar con ella, la introduje al circulo de mis amigos, y al poco tiempo ella empezaba a sentir lo mismo que yo, hasta que llego el día en que nos dimos nuestro primer beso, y a mas tardar nos pusimos de novios.
Todo marchaba perfecto en mi vida, me iba bien en los estudios, practicaba básquet, estaba enamorado, todo iba sobre rieles, hasta que llego él, si el y toda esa vida perfecta se echo a perder.
El profesor, mi nuevo profesor, alto, robusto, serio, hombre de pocas palabras y sobre todo rígido, cuando el entro en el salón, todo quedo en silencio, todo se oscureció.
Comenzó a enseñarnos Educación Física, durante su clase no se podía hacer nada más que correr y caminar, ni una palabra ni un gesto sino terminarías mal. Recuerdo sus palabras tal como eran
- Corran y no hablen, que acá la autoridad soy yo.- decía a cada minuto.
Al cabo de un mes aproximadamente nose cual sea la raíz del asunto, pero el profesor se entero de mi relación con Cecilia, y no le callo muy bien que digamos, lo demostraba separándonos siempre que nos veía, mandándonos notas a nuestras casas, pero yo y Cecilia fuimos mas allá y rompimos todas las barreras.
Pero lo peor estaba por venir, un día de invierno, Cecilia dejo de venir por razones que nunca tuve oportunidad de conocer, falto a clases un día, luego tres, luego una semana, finalmente dejo de venir y nadie sabía por cual razón. Aun mas extraño eran las nuevas palabras que mi Profesor me decía.
-¿Usted sigue con esa mujer?- Me pregunto
-Si- le conteste
-Mmm.... Va a terminar mal, recuerde  lo que le digo- Finalmente acoto
Esas simples palabras no me parecían nada fuera de lo normal, pero en su interior tenían algo escondido.
A ver que ella no retomo las clases, lógicamente comencé a preocuparme, y decidí ir a su casa para saber que estaba ocurriendo, mal por mi, una horrenda noticia me aguardaba.
Al llegar a la casa, observé que en la calle había patrullas de la policía, supe en mi interior que algo malo se aproximaba, corrí con todas mis fuerzas al interior de la casa, con lo que encontré policías hablando con los padres de Cecilia, interrumpí sin ningún respeto, y solo tenía una pregunta que concretar:
-¿Qué esta pasando, donde esta Cecilia?- Grite con todo afán.
Como lo percibía nadie quería explicarme la situación, hasta que la madre, se me acerca con un triste rostro, y me dijo:
-Cecilia ha desaparecido…- Comento mientras se le caía una lágrima.
Al escuchar eso, mi corazón se paro, mis fuerzas vitales se debilitaron, estaba inmóvil, duro.
Salí corriendo con los ojos llorosos, me oculte en un callejón oscuro, y comencé a perder la cordura, que a su vez era interrumpida por el llanto y la tristeza.
Me preguntaba a mi mismo quien había hecho esto, quien fue capaz de hacer tan semejante acto vil, y un dato que estaba en mi subconsciente me rescato y me hizo ver la luz.
Me acorde de las palabras de mi Profesor, de sus acciones, frente a mi y Cecilia, y por fin lo revele, fue él, la única persona que nos tenia rencor, envidia tal vez, no lo se, pero en mi interior sabia que había sido él, por lo cual tenia que conseguir información acerca de él, y eso fue lo que comencé a buscar.
Aprovechando la noche, y la clara luz de la luna, fui al colegio, aparentemente estaba abierto, ya que el personal de limpieza se encontraba allí, me escabullí entre los pasillos sin ser visto, y luego entre en la dirección, abrí un cubículo grande, donde se encontraban los expedientes de los profesores y alumnos, valla organización que tenían, encontré el condenado informe de mi Profesor, lo abrí, lo leí, pero nada, estaba limpio, era un hombre hecho y derecho, pero por lo menos conseguí algo, su dirección, la cual anote y sin pensar me fui hacia allí.
Cuando llegué al lugar, un escalofrío recorrió todo mi cuerpo, y que más se podía esperar, un barrio oscuro, una casa alta, grande, antigua, llena de plantas trepadoras, daban un ambiente de miedo y horror, pero sabía que aun más terrorífico era lo que me esperaba el interior de la casa.
Me fui debajo de una ventana y comencé a espiar el interior, la iluminación era muy pobre, la humedad había deteriorado la casa por completo, se sentía olores extraños provenientes de sahumerios, y el lugar se encontraba decorado con velas negras y rojas, un completo ambiente de horror, como antes había mencionado.
Al ver que nadie estaba en ese lugar de la sala, tome valor y entre, observe la sala con cuidado, pero escuche que alguien se acercaba, por lo que rápidamente me escondí en el baño, pero deje la puerta entreabierta para espiar.
Lo vi, era él, pero lo que más me sorprendió era que comenzó a limpiar su espada, la cual estaba con sangre.
Las dudas se me iban cerrando, el haber entrado rápido al baño, no pude notar ver otra puerta que daba a la habitación principal, entre y al verla me di cuenta que esta era peor que toda la casa en conjunto, la pared estaba cubierta con periódicos, había sangre por todos lados, cuchillos, machetes, cadenas colgadas en los rincones, era completamente horripilante.
Me tome el atrevimiento de leer uno de los periódicos, los cuales enmarcaban series de asesinatos realizados por el Profesor, al ver que todos trataban de lo mismo, mi hipótesis se cerró completamente, estaba lidiando con un loco, un psicópata, un lunático, que se tapaba con una imagen de Profesor correcto y decenté, tal vez esa era la razón que haya sido contratado en la escuela.
Todo lo que vi me paralizo, pero todavía faltaba el punto máximo, el cual estaba por descubrir, al seguir explorando llegue hasta la cama, la sabana escondía algo debajo, el temor me retractaba de destapar, pero a su vez la sed de saber y curiosidades, me obligaba a descubrir que había debajo, finalmente lo destape, y todo mi vida se desvaneció delante de mis ojos, era Cecilia, su cadáver se encontraba duro, tieso, inmóvil, con una mirada directa, mis lagrimas espesaron a caer, y pude dejar de ver que sobre el respaldo se encontraba una frase, la cual decía:
“El amor es el único sentimiento que puede con todo.”
Y de la nada, se escucho una voz rugosa que me dijo:
-Te advertí que esto iba a terminar mal- me comento sin temor.
Me di vuelta y lo mire, mira los ojos de el, Mi Profesor, y le dije una simple pregunta:
-¿Por qué?
Sin ninguna respuesta, se arrebato hacia mi con un cuchillo, con todas mis fuerzas lo esquive y corrí hacia el otro extremo de la habitación. Pero no fue suficiente mi profesor se voltio y me miro fijo, no tenia salida, no había escapatoria, en el momento que me iba a atacar, tome rápidamente un martillo que había en la mesa, y con una sed vengativa lo partí en medio de su cabeza, al caer repetí esta acción hasta que el aliento me venció.
Pues no lo comprobé pero, él estaba muerto.
Me quede viendo el cuerpo de Cecilia, en el silencio de la noche, y las luces de las velas.
Tal vez ella ahora este libre, no lo se, tal vez lo sepa, pero todavía no, todavía no.