Utopía

Nada mas y nada menos, aquí estoy, solo como quizás Dios me trajo a este mundo. Pero no pertenezco aquí, mi vida se encuentra en un universo paralelo. Acompáñame en esta
Loca aventura...

"Las esquinas" (Cuento Propio)

“Quien define al fantasma, quien lo ve, o a quien ve el”

La cinta era bastante aburrida pero perturbadora, daba miedo, sí que lo daba.
La habitación estaba muy oscura, hacía frío y estaba muy nublado. Lucas comenzó a tocar el bajo y a entonar notas raras, algunas sonaban como tritonos. Lo peor era su rostro, parecía endemoniado, realmente lo disfrutaba mucho pero era extraño.
Me incline sobre la silla y gire la cabeza hacia el extremo de la habitación y fue justo cuando lo vi, el espíritu, colgado de cabeza con los ojos tiesos, me observaba fijamente. Realmente me asusto mucho.
Volví a ver la cinta y el fantasma ya se había ido, a eso Lucas me comenta:
-Ayer soñé algo feo-
-¿Si?, contame - le dije yo.
-Termine de ver esa película rara que te conté, me fui a dormir y soñé que un niño pequeño, pálido y vestido de traje, me miraba fijo y sin moverse. Fue tan perturbador que me levante transpirado y muy asustado-
-Yo he soñado cosas peores- le comente -Pero no te las voy a contar.
En medio de la conversación, las luces se apagaron y vimos como la muñeca, casi endiablada, nos miraba desde la ventana y la habitación se cerró. Silencio atroz.
Ya no podíamos confiar en nadie, las paredes eran inoportunas, el techo distante y el resto de la casa inaccesible. Aunque las esquinas parecían ser la única salvación, las mismas estaban abiertas a lo paranormal, repleto de fantasmas sedientos de mal.
No nos quedaba otra opción más que terminar de ver la cinta cinematográfica y apreciar, de algún modo, como terminaría. Tal vez los protagonistas sobreviven, o quizás nosotros moriríamos, o quizás los fantasmas nunca existieron y estábamos locos. Tal vez, nosotros permanecíamos en la película, o, simplemente, estábamos en las esquinas, perturbando a los que nosotros creíamos que eran los fantasmas.

"Seguridad" (Cuento Propio)

“La seguridad es mayormente una superstición.”  Helen Keller

La noche era tranquila, como casi siempre solía ser, salvo algún que otro borracho de la zona, como era de costumbre, estaba en mi cabina, mirando una película y sofocado por el horrendo calor,  comiendo una pizza fría y una cerveza rancia, que vida!, si linda vida, soy un guardia de seguridad de una empresa importante, lo único que tenia que hace era vigilar el estacionamiento y controlar que todo este bien.
Una de las tantas noches de trabajo, ocurrió un hecho un tanto extraño, aburrida, como todas las noches, en un vistazo pude captar la figura de una pequeña niña por la cámara que miraba fijo hacia la misma, tal vez estaba perdida, era lo único que podía imaginar. Me levante de la silla y fui al estacionamiento a ver si podía ayudarla, mas extraño fue aun cuando al bajar, me di cuenta que allí no había nadie mas que escasos autos y un pobre perro asustado.
Volví a mi cabina, me senté, y seguí viendo la televisión cuando nuevamente observe la pantalla de la computadora, y nuevamente volver a ver a la pequeña niña, un tanto aterrador, volví al estacionamiento pero nada se encontraba allí.
A la noche siguiente después de saludar a mi compañero, tome la cabina de nuevo y esta vez me traje un libro para leer y una rica tarta echa por mi hermana,  entre bocados y paginas, el sueno me iba ganando, pero mis sentidos revivieron cuando por la cámara, volví a ver la pequeña niña, pero esta vez detrás de ella pude ver la figura de un hombre, empuñando un cuchillo y yendo directo hacia la pequeña. Rápidamente deje lo que estaba haciendo y fui a corriendo al lugar, para luego darme cuenta que no había nadie, mas que un silencio eterno. La situación ya se volvía extraña y aterradora, acaso era un fantasma o una invención mía, muy pronto lo tendría que averiguar.
Decidí inspeccionar la conexión de la cámara y todo estaba bien, dar una vuelta por el estacionamiento pero nada, todo estaba bien. La tercera noche trate de prestar mucha atención a la cámara en al cual había aparecido la niña, trate de captar el momento exacto en el cual ella se presentaba, pero mi atención fallo cuando me di cuenta que esta vez, ella figuraba en otra pantalla, y no lo hacia sola, sino que esta vez, una figura de un hombre alto, robusto, a cual no podía verle el rostro, puesto que tenia una gorra negra, se encontraba parada detrás de ella, observándola, de repente saco su arma y le apunto a la niña. Tan pronto como vi eso, salí corriendo hacia el estacionamiento, pero, como ya es de costumbre, no había nada.
Aun mas raro fue cuando una noche, pude observar solo al hombre, pero esta vez, apunto su arma hacia la cabeza, no tenia nada que perder así que corrí para intentar detenerlo, pero nada.
Las siguientes noches se volvieron mas turbias y extrañas, la misma situación se repetía cada noche, cada bendita noche, y yo ya no era el mismo,  aguardaba a que la patetita escena que lograba apreciar todas las noches cambiara en algún momento, pero no, todas las noches era la misma, hasta que un día, todo fue diferente, en la cámara se pudo apreciar a la niña sola, sin la figura negra que antes se veía, supuse que el otro personaje haría acto de presencia en algún instante, por lo tanto, me dirigí rápido hacia el estacionamiento, pero en lugar de encontrar a la pequeña, me tope con el hombre, alto, cubierta por una campera gigante, una gorra negra, era imposible distinguir su rostro. Terrorífico, se encontraba parado frente a mi, trate de hablar con el, le pregunte quien era y si necesitaba algo, si era del edifico, si estaba perdido, pero nada, el hombre no emitía sonido alguno, hasta  que de repente saco un arma de su bolsillo, al ver esto me asuste y no tuve mas remedio que decirle que se calme y baje su arme, poniendo mis manos sobre la mía, y en medio de la nada, la pequeña niña se asomo desde la oscuridad gritando con todas sus fuerzas, al verla corrí hacia ella para percatarme que nada le sucediera, cuando voltee para volver a ver aquel hombre, ya no estaba.
Lo aun mas sorprende fue que al tomar a la niña, estaba pataleaba y hacia todo tipo de movimientos para soltarse, cuando cansado le dije por que quería escaparse de mi, si intentaba ayudarla, malhumorada y sin responder una palabra, corrió por el pasillo para esconderse entre los autos, cuando me decidí ir a buscarla, y asombrado pude ver que la niña se encontraba junto a ella tomada de la mano, supuse que tenían algún tipo de parentesco, iba directo a conversar con ellos, cuando al intentar acercarme el hombre tomo nuevamente su arma, y me disparo directo en un hombro, por el impacte caí al piso, y me arrastre detrás de un auto, con mucho dolor, pude apreciar que la sombra del sujeto se hacia cada vez mas grande,  obvie que se acercaba hacia mi, por lo tanto decidí esconderme hacia el otro extremo del auto, cuando finalmente se asomo, cegado por la ira, dispare y dispare sobre el, cuando me acerca al mismo, descubrí con todo horror, que el cuerpo tendido, moribundo y al borde de la muerte, era ni mas ni menos que la pequeña, no podía entender como era posible, mire alrededor pero el hombre no se encontraba, en llantos y mirando a la pobre niña, la cual con sus ultimas fuerza, apunto su mano directo a la cámara, hasta finalmente dejo de respirar, y murió.
Me bloqueé con la imagen de la niña apuntando a la cámara, tratando de descifrar que me quiso decir, cuando finalmente lo descubrí, era yo, siempre fui yo, las imágenes que Observer por la cámara, eran mis imágenes, en el estacionamiento, matando aquella pobre niña, sin ninguna razón, tome la ultima decisión, tirado en el suelo frente al cuerpo y como antes dije, sin nada que perder, tome mi arma, y decidí cumplir una de las imágenes que había contemplado en la cámara, apunte el arma sobre mi cabeza, con toda… seguridad.


"Aerosilla" (Cuento Propio)

“¿Ficción o realidad?, difícil de explicar.”

Los primero rayos de sol impactaron contra mi rostro, forzándome a abrir los ojos y despertar de un sueño profundo, parecía que venia de una borrachera increíble, me dolía la cabeza, y tenia ganas de vomitar, al volver a la realidad, me di cuenta que estaba en una aerosilla, solo, andando por montañas y montañas sin fin, si en una aerosilla, sucia, oxidada y en mal estado, suena muy extraño, era una mañana temprano, veía las otras aerosillas que volvían, pero todas vacías, las montañas cubiertas de nieve, sin ninguna rastro de ser vivo, bueno, supuse que me había quedado dormido en el trascurso del viaje, pero no tenia noción de cuanto tiempo había dormido.
Los skies estaban dañados, y mi campera algo sucia, hacia un poco de frío, y de a poco se comenzaba a nublar, de repente vi algunas personas por debajo de mí, trate de gritarles y preguntarles cuanto faltaba para llegar a la cima, pero no me escuchaban.
El tiempo pasaba y la aerosilla seguía su rumbo, ya se estaba tornando turbio, me parecía totalmente raro que aun no llegaba, la noche y el frío ya se apoderaban del ambiente, y los nervios se hacían presentes,  a lo largo comencé a apreciar unos destellos de luz, que cada vez  hacían mas graves, decidí recostarme, tranquilizarme y mirar el cielo, sin una estrella , nublado, con ganas de llover, empecé a reflexionar que podía estar pasando, pero algo me distrajo, ahora los destellos se desplazaban de un lado al otro en el cielo, parecía de película, pestañee y pestañee, hasta que los destellos se fueron, levante la cabeza y ,juro por Dios, que ahora si me asuste, en vez de subir hacia la cima, estaba bajando, demasiado extraño para creerlo, la niebla disipaba todo alrededor. Ya no sabía que mas hacer, decidí dejar una pequeña “N” marcada en el extremo de la silla, ante cualquier cambio de último tiempo.  Acaso era un sueño, mientras debatía conmigo mismo, unos pequeños ruidos se oían de atrás, con la niebla no pude lograr ver que era, cuando me doy vuelta nuevamente hacia delante veo una figura un tanto fantasmal viéndome desde la aerosilla siguiente, los ojos tiesos y luminosos, mirándome fijo y directo,  trate de hacerle señas y le grite con mucha fuerza, pero no daba un gesto de vida, no obstante, oí otro ruido proveniente de atrás, ni más ni menos que otro fantasma, y en la aerosilla contigua, otro, y otro, así hasta que logre disipar a todos los fantasmas en sus respectivas aerosillas, estaba más que claro, todo era un sueño, todo eso era irreal. Todos mis delirios fueron interrumpidos por un salto y abarrote por parte de estos seres, uno de ellos se colgó en mi aerosilla, causando que esta se tambalee, mi mochila se cayó, mi abrigo también, pero lo peor no era eso ahora  veía a ese ser más de cerca, alto, grande, cubierto de pelaje, garras afiladas, ojos bien grandes y una mandíbula cubierta de dientes, y con instinto asesino.
Permanecí inmóvil, mientras este me observaba fijo, cuando trate de tomar uno de mis skies, el infame mordisco de la bestia hirió mi brazo y seguido mi entrepierna, los gritos de dolor y la sangre cubría todo el panorama, era el fin, la pesadilla acabaría de la peor manera, mis ojos tiesos y mi corazón latente no sabía qué hacer, estaba sin salida alguna, me arme de valor y trate de golpearlo o empujarlo, fue un entre pleito extremo, mi vida corría peligro, golpee a mas no poder, arrojando mis puños por doquier, pero no era suficiente la criatura seguía saltando, subiendo, empujando, cambie de posición hacia el extremo de la aerosilla, una pierna la tenia inmóvil, me levante como pude y no me quedo otro remedio que colgarme del cable conector, pero la insaciable bestia imito la acción, no tuve otra opción, me abalance contra ella, pero no había salvación su fuerza era infinita, rendido deje caer el cuerpo y mientras era devorado, entres llanto y agonía, pude observar la salvación, el final del recorrido estaba próximo, sabía que debía lograr llegar hasta ahí, así que enterré mis dedos en el interior de los ojos de la criatura, cuando estaba casi ciega, asfixie su cuello para ganar tiempo y llegar al final, medio muerto, tenía la bestia encima, pero ya casi llegaba, tan solo estaba a unos pasos, -lo lograré, lo voy a hacer- repetía, cuando finalmente toque suelo firme. Todo se interrumpió.
-Disculpe, señor, ha llegado al final del trayecto, creo que le gano el sueño- esas palabras provenían del guarda del cerro.
Totalmente consciente, pude ver que mis estado estaba optimo, la aerosilla estaba intacta, el día soleado y la montana rodeada de personas. Baje de la aerosilla y camine firme por la nieve, cuestionándome si todo fue un sueño, una alucinación, pero lo importante era que estaba en el realidad, vivo y sano. Mientras me encaminaba a la salida del cedro, observe, con todo el temor y nerviosismo, la pequeña “N” marcada en una aerosilla, de no cree que todo no fue un sueño, todo había sido real, corrí gritando que detuvieran el sistema, pero nadie me oía, seguí gritándole a la persona que iba subiendo en esa máquina infernal, pero era muy tarde, la dicha aerosilla se elevo por los cielos, alto y lejos, mientras la niebla se apoderaba del lugar, los truenos se hacían presentes y las nubes negras tornaban el bello cielo de oscuridad. 

"Lealtad" (Cuento Propio)

La grandeza de una nación y su progreso moral pueden ser juzgados. Por la forma en que ésta trata a sus animales”.

Gandhi. Abogado y político indio.

Mi nombre es Ángela. Vivo en el barrio porteño de Flores y la siguiente historia es acerca del amor, el cariño y la lealtad que recibí por parte de un hombre y de un... perro. Yo vivía con mi abuelo, llamado Francisco, quien se caracterizaba por ser un hombre duro y regio, pero siempre predispuesto y de buen corazón. 
Debido a su edad, tenía algunos problemas de corazón y, lamentablemente, padecía de un cáncer muy severo que lo tenía en cama para mantenerse en reposo.
Muy triste fue cuando su situación se torno tan delicada que tuvo que ser transferido al hospital más cercano. Mis nervios y mi ansiedad que aguardaban conmigo se vieron interrumpidos por mis llantos y angustia cuando el doctor me dijo que no había nada más que hacer, solo era cuestión de tiempo y lo mejor era terminar con su estado para que no sufriera más.
El amable doctor me dejo verlo para poder despedirlo por última vez, y nos dejo a solas para tener privacidad. Las lágrimas no me permitían hablar mucho, lo único que pude hacer es abrazarlo, darle muchos besos y decirle que la vida fue muy injusta, que lo amaba y que siempre lo llevaría dentro de mi corazón. Mi abuelo, casi sin voz ni fuerza, me respondió que me amaba con toda su alma y que siempre me cuidaría, sea cual sea la forma. 
Horas más tarde falleció en paz y sin dolor. Yo creía que mi vida ya no tenia sentido, me había quedado totalmente sola, pues el era la única familia que me quedaba. Pero lo que sucedería después, me recobraría el espíritu.
Algunos días más tarde, mientras iba al supermercado, encontré a un pequeño perrito asustado y con mucho frió. Me apenó tanto que decidí llevarlo hasta mi casa, darle un poco de agua, algo de comer y algunas caricias, acciones que me agradecía con un meneo de cola y saltos de alegría. 
La mañana siguiente me encontraba en mi casa limpiando algunas cosas y viendo una película romántica. Como es de costumbre, siempre trato de hacer varias tareas juntas: dejar cargando agua para regar las plantas, la cafetera trabajando y la bañera con el agua abierta para que se vaya llenando y, como mi cabeza estaba metida en varias cosas, la ducha sobrepaso los limites y inundo todo el baño. Como tenía algunos enchufes cerca, hubo un pequeño cortocircuito y, por desgracia, una inevitable explosión.
Justo cuando entre para comprobar que pasaba, una segunda explosión impactó directo contra mí, dejándome casi inconsciente en el suelo.
La desesperación y el miedo se apoderaban de mí, cuando el fuego y el humo se propagaban por toda la casa, y yo no tenía ni fuerzas para levantarme.
Mi respiración comenzó a disminuir y mi vista estaba casi nula. Cuando pensé que ya no había salida, fue ahí cuando el perro, el mismo que había salvado, tuvo la lealtad y valentía de atravesar las llamas del fuego y arrastrarme hasta la puerta para luego salir hacia la calle a ladrar y advertir a los vecinos.
Los bomberos y ambulancias no tardaron en llegar. 
En cuestión de minutos, todos ya estaban brindando su ayuda. Mi casa había quedado completamente destruida. 
Ya estando a salvo y fuera de peligro, sentada en la camilla no sacaba mi mirada de aquel perro. Si no fuera por él, no estaría viva. 
Mientras lo acariciaba lentamente, un grupo de ancianos se acercaron a mí y me dijeron que el perro les pertenecía y que lo habían reconocido por la televisión cuando vieron el accidente del incendio.
No tuve otra opción más que entregarlo. Le di las eternas gracias y lo despedí con mucho cariño.
Mientras se alejaban, me acorde que no tenia idea de cual era el nombre de mi pequeño salvador. Por lo tanto, le pregunte amablemente a sus dueños e instantáneamente los llantos volvieron hacia mi.
El perro, cuya lealtad y amor salvaron mi vida, se llamaba simplemente... Francisco.