Concentrado enteramente en mi
trabajo, y con la farmacia vacía, me di cuenta que el aire acondicionado hacia
un ruido fuera de lo común, mientras mis dos compañeras desayunaban en el fondo
del pasillo y yo seguía guardando los pedidos del día anterior, era una fría
mañana de otoño, el frío se sentía hasta en mis profundos huesos.
Como era de costumbre, al ser
tan temprano, los clientes aun no se aventuraban a venir, por ende el shopping
estaba vacío, pero esa mañana todo cambio, mientras aun seguía con mis deberes,
pude notar la llegada de una mujer alta, delgada, con pelo negro en mal estado
y con dos bolsas bien grandes llenas, era una mujer espantosa.
La saluda desde lejos para
ver que se le ofrecía, pero no me escucho, la salude de nuevo, pero no emitía
sonido, solos se había quedado inmóvil y recta, observando un punto fijo.
Me aproxime hasta donde ella
se encontraba, y el terror inundo mi corazón, la mujer con sus dos manos
temblando y repitiendo unas palabras en voz baja, las cuales no pude oír,
parecía un cadáver parado, cuando por fin estuve frente a ella, saliendo de su estado solo me respondió
“Estoy mirando”, esas simples palabras, directas y si emitir otra, “Cualquier
cosa, solo llámeme” le conteste y seguí con mis cosas.
Las medicamentos a guardar
eran interminables, pero no era esa mi principal preocupación, la mujer aun
seguía allí parada sin hacer nada, la situación se volvió perturbarte, así que decide ir al pasillo donde se encontraban mis compañeras y avisarles de la
extraña situación, mientras una de ella llamaba a seguridad, la otra me
acompaño de regreso al mostrador, pero la mujer se había ido, había
desaparecido y solo dejo sus dos bolsas grandes en el suelo.
La señora se marcho, no había
peligro alguno, ni preocupaciones, pero
sus dos bolsas me intrigaban mas de la cuenta, cuando me acerque a verlas, la
televisión interrumpió mi acción, informando la aparición del cuerpo de una
mujer que había estado desaparecido hace aproximadamente dos semanas, la cual
tenia la misma descripción y rasgos de aquella mujer que nos había visitado
aquel día, el forense confirmo la muerte súbita, pero no se informo el paradero
sobre sus dos hijos desaparecidos también, por lo cual, decidí terminar lo que había
empezado, y al ver el interior de las bolsas, la angustia y el terror se
apoderaron de mi, desde el oscuro y siniestro interior, yacían el cuerpo de dos
niños pálidos, duros y sin vida.