Al recibir la noticia,
Yamila, mi querida novia, quebró en llantos en mis brazos, pidiéndome que me
quedara con ella, y que no la abandone, no tuve mas remedio que hacerlo.
Luego de una hermosa noche de
despedida, le di mis últimos besos y abrazos, y partí temprano hacia lo que me
esperaba. Durante el viaje establecí nuevas amistadas con otros compañeros de
pelotón, nos contábamos de donde veníamos, que tenían pensado hacer en el futuro,
y algunos otros temas de interés, cuando llegamos a la base, el capitán Pérez,
nos indico las instalaciones y los planes de ofensiva para la mañana siguiente,
no podía creer lo rápido que paso todo, y lo cerca que estaba la guerra.
Tuvimos el primer
enfrentamiento el día miércoles, fue un caos, cuerpos por un lado, balas por el
otro, granadas, sangre, muerte. Fue espantoso, vi uno de mis compañeros de
pelotón morir al lado mío por el impacto de una feroz bomba, estábamos
perdiendo.
Luego de la retirada volvimos
a nuestro territorio, donde hospitalizamos a los heridos y despedimos los
restos de los fallecidos.
Antes de embarcar decide
contarle a Yami a través de una carta, lo mucho que la extrañaba y el miedo que
tenia por la próxima guerra, en ella le conté lo sucedido en la primera
batalla, las bajas ocasionadas, y el deseo que tenia de volver a reencontrarme
con ella, no veía la hora de que todo esto termine.
Al cabo de dos días, tuvimos
que enfrentar la segunda batalla, feroz y mortal, acabe con casi 12 soldados
con mi ametralladora, pero me hirieron profundamente en el brazo izquierdo, fue
extraño pero me pareció ver como si de los 12 hombres que asesine, parecían ser
siempre el mismo, fue realmente algo inesperado.
Al regresar a nuestro sitio,
tuve que pasar por 3 días de rehabilitación, el tiempo libre me otorgo la
oportunidad de escribir una vez mas a mi querida Yami, esta vez le conté el
incidente del brazo, y nuevamente lo mucho que la extrañaba y amaba, no logre
escribir mucho, ya que el brazo me producía un fuerte dolor, y como si fuera
poco, la vista se me nublo, a tal punto que me costaba leer lo que escribía,
por lo cual, decidí dormir un poco y tratar de mejorar mi situación, al
despertarme no podía creer lo que mis ojos veían, una carta encima de mi cama,
que tenia por remitente el nombre de mi amada, en su interior decía, “aun sigo
esperando, solo el mar me separa de vos, me aferrare a el.”
Simple pero me llego directo
a mi corazón, no podía soportarlo mas, tenia que volver a verla, pero la guerra
aun no terminaba.
Pasaron casi 2 meses donde la
guerra se torno larga, interminable y dolorosa, pero luego de varios
enfrentamientos, nuestras tropas comenzaron a decaer, y no tuvimos otra opción
mas que presentar la bandera blanca y abandonar el campo de batalla
inmediatamente, dejando el territorio en juego totalmente a su mando.
De los que fuimos, muy pocos
volvimos, pero en fin, yo volvía y no veía la hora de reencontrarme con ella, y
finalmente, después de un largo camino pude verla, parada frente al puerto y
delante del mar, esperando y observaron mi regreso, pero en cuanto vio mis
brazos agitando por mi llegada, con los ojos llenos de lagrimas, se lanzo hacia
el fondo del mar, era como si ella no me viera, como si fuera un fantasma. Sin
pensarlo me arroje al mar a buscarla, pero no la hallaba, me introduje en lo
mas profundo del mar, y finalmente la encontré, la tome en mi brazos, y con un
beso trate de reanimarla, y lo logre, inclino su mirada hacia mi, y una sonrisa
envolvió su hermoso rostro, como así también el mío, mi felicidad era única, y
nada mas importaba, mas que ella y yo…
-Lo sentimos pero, se nos
fue, las heridas de bala eran muy profundas.
-Que pena y que perdida, era
un gran soldado, denle el entierro y el honor que se merece,
¿Sabe usted si tenía
familiares?
-En verdad no, pero lo eh
visto escribir cartas, aun que ahora que lo pienso, nadie nunca le respondía.
A Yamila Dib, compañera de la vida, te
amo.